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domingo, 22 de agosto de 2010

La muerte: últimas palabras


"A uno le gustaría tener una antología de las últimas palabras de hombres célebres», decía Chateaubriand. Y es que a las últimas palabras de las personalidades más famosas se les da frecuentemente una significación especial, visionaria. Ya Montaigne suponía que la gente, ante la muerte, dice la verdad para garantizar la salvación de su alma. El poeta americano Walt Whitman veía en las últimas palabras la culminación de la vida, y pasó la suya buscando las idóneas, pero en el momento decisivo tan sólo pudo exclamar: “¡Mierda!”.

No siempre resulta posible saber cuáles de las últimas palabras transmitidas son auténticas y cuáles forman parte de la leyenda. La muerte, además, como señala Werner Fuld, tiene sus propias leyes. Si la vida no es algo que se pueda calcular, cuánto más el final, los últimos e imprevisibles minutos de vida, a veces grandiosos, a veces tristes, absurdos o cómicos. He aquí algunos ejemplos:



Honoré de Balzac: “Ocho horas con fiebre, ¡me habría dado tiempo de escribir un libro!







Bela Lugosi: “Yo soy el conde Drácula, el rey de los vampiros, soy inmortal”















Frederic Chopin: “Ahora, estoy en la fuente de la felicidad”








Condenada a ser decapitada por presunto adulterio y alta traición, Ana Bolena fue llevada al cadalso, donde dijo a su verdugo: “No le dará ningún trabajo: tengo el cuello muy fino”.






Anna Pavlova: “¡Que esté preparado mi traje de cisne!”

3 comentarios:

  1. me encantan también los epitafios curiosos!
    muy interesante el blog!
    aprecios poéticos

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  2. La Pavlova prefirió morir antes que operarse de pleuresía, porque ya no podría volver a bailar. Aquí si que se puede decir de verdad que el baile era su vida.

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  3. Mi bisabuela Jesusa, la más heavy del mundo mundial, se rió mientras decía: Adiós a todos que me muero jajajaja. Y se murió.

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