Seguidores

miércoles, 16 de marzo de 2011

A su imagen y semejanza

En este mismo instante escucho la posibilidad de un desastre nuclear en Japón durante las próximas horas.

Sabemos que los animales no tienen dios. Libres de religión, ignoran el incienso y la hostia, las genuflexiones y los rezos, no los vemos extasiados ante los astros o los sacerdotes, no construyen catedrales, ni templos. Con Spinoza, imaginamos que si crearan un dios, lo inventarían a su imagen y semejanza: con grandes orejas para los asnos, una trompa para los elefantes y un aguijón para las abejas. Del mismo modo, pues, cuando a los hombres se les mete en la cabeza dar a luz a un dios único, lo hacen a su imagen y semejanza: violento, celoso, vengativo, misógino, agresivo, tiránico, intolerante... En resumidas cuentas, esculpen su pulsión de muerte, el aspecto sombrío, y hacen de ella una máquina lanzada a toda velocidad contra sí mismos...

6 comentarios:

  1. Va a ser que sí. Yo siempre he pensado que el dios que pintan el antiguo y el nuevo testamento, no pueden ser el mismo. Por ese lado chirría mucho el tema.

    ResponderEliminar
  2. No puede haber un dios tan vengativo, yo creo que es la madre naturaleza, a la que tanto maltratamos, la que nos pasa factura.
    La costa Este de EEUU ya está en alerta, esto no se va a quedar sólo en Japón. Es un atentado contra la humanidad, un aviso de los desastres que somos capaces de ocasionar.

    ResponderEliminar
  3. Dios existe y Fukushima es su profeta.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Al igual que Marikosan, yo no creo que sea obra de Dios, más bien es la naturaleza y no por venganza sino por los ciclos que sigue.
    Y sin duda la catástrofe nuclear es culpa del hombre, como tantas otras que causa.

    ResponderEliminar
  5. Pues si te quieres reír de verdad, consulta sobre el dios de los ciencilogos, por aquello de crear un dios a su imagen y semejanza.

    ResponderEliminar
  6. Yo tampoco creo que esta desgracia sea obra de ningún dios.
    Dijo John Fizgerald Kennedy:
    El gran enemigo de la verdad, con frecuencia no es la mentira -deliberada, artificial y deshonesta- sino el mito -persistente, persuasivo e irreal-. La creencia en los mitos trae la comodidad de la opìnión sin la incomodidad del pensamiento.

    ResponderEliminar