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viernes, 3 de junio de 2011

Enemistad perpetua

Todo comenzó con un rapto, el de Helena, esposa del rey espartano Menelao, por parte de un lechugino troyano, Paris. La famosa guerra de Troya que libraron los aqueos, griegos del noreste del Peloponeso, y los troyanos, un pueblo casi mítico de Asia menor, es el inicio de una "enemistad perpetua" -como la llamó Herodoto- entre Oriente y Occidente.
Fue Herodoto el primero que se preguntó "qué era lo que dividía a Europa y Asia y por qué dos pueblos similares en muchos aspectos habían llegado a concebir odios tan perdurables entre ellos" Los asiáticos "eran fieros y salvajes, formidables en el campop de batalla" pero, por encima de todo, "sumisos y serviles. Vivían siempre intimidados por sus gobernantes, a los que no cosideraban simples hombres como ellos, sino dioses". Los europeos amaban la libertad por encima de la vida y vivían bajo el imperio de la ley, no de los hombres y aún menos de los dioses. De este surco trazado por el historiador griego germinaron unas pautas culturales que de algún modo siguen alimentando hoy la idea de que Occidente y Oriente son dos mundos separados por dos visiones irreconciliables de la vida humana.

3 comentarios:

  1. Eso si que es romántico eh, que dos tíos empiecen una guerra por ti.

    Marikosan.

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  2. Sí, es muy romántico, pero recuerda lo que decía Píndaro: Dulce bellum inexpertis (Dulce es la guerra para quienes no la han vivido)

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  3. La guerra nunca puede ser dulce, dulce eres tú.


    Marikosan

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