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martes, 27 de febrero de 2018

Menos trabajo para el sufrido lector



Dando un pequeño vuelco al blog he decidido suspender los comentarios. Una decisión que quiero razonar.
Hay muchos casos -todos, diría yo- que se convierte en una especie de obligación porque realmente:
El inseguro no comentaría porque le jode insultar aunque es lo que le sale; el intelectual no comentaría porque le aburren los chistes fáciles y los lugares comunes; el idiota no comentaría porque no ha entendido nada; el inteligente no comentaría porque lo ha entendido todo... y algo más; el amigo no comentaría porque ya es cansino pero se ve obligado por la complicidad y el cariño...

Pero todos sin excepción
desde el niño a la niña,
al coronel del batallón,
al que le gusta la riña,
al joven del botellón,
al que en tu padre se jiña,
al que tiene un barbón,
y al de la barba lampiña...
se le cansa la pluma de comentar
-afán desagradecido y mal pagado-
en el que el bloguero lejos de alabar
a veces le hace salir escaldado,
¡eso encima, cabronazo Pitt Tristán!

(Para los casos en que sintáis la necesidad de insultar al autor, de decirle cuatro frescas, de llamarlo al orden o esas cosas que son verdaderamente importantes y urgentes, como dar malas noticias y eso, tenéis a vuestra disposición el correo electrónico que creo figura en el perfil).

2 comentarios:

  1. Pues está abierta la entrada a comentarios.
    Ya me veía escribiendo mail, que cualquier día te doy la brasa, no te creas.
    Pitt, una vez más, verdades.
    Las redes sociales están llenas de odiadores y buenos rollistas. Ya sabes cómo va esto.
    Como comentarista de antaño y recuperada, no me canso de leerte.

    Besos grandes.

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