Hace años un viejo profesor de literatura les ordenó a sus alumnos, como ejercicio de clase, escribir una novela corta con cuatro elementos necesarios: religión, nobleza, sexo y misterio, elementos que, por cierto, brillan en “El Código da Vinci” de Brown y otros best-sellers. Una semana más tarde, uno de los alumnos leyó en clase el texto de su sorprendente ejercicio novelesco: “¡Ay, Dios mío! –dijo la señora marquesa-, estoy embarazada y no sé de quién”. Dicen que ese aventajado alumno se convertiría con el tiempo en un gran escritor, pero por mantener el misterio, no se ha confesado su nombre.
Jajajajajajajaja! Yo tenía una entrada acerca de este tema en mi antiguo blog, pero no era tan cuidada como la tuya, más bien era muy ordinaria porque así era el chiste. Lo que sí, el autor se llamaba Jaimito, de eso no tengo dudas.
ResponderEliminarMe gusta la elegancia del tuyo.
¡Saludos!
Muchas gracias a la chica de la farmacia que, como buena seguidora, no sólo lee sino que comenta... estas cosas tan deliciosas.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Por una parte, el alumno cumplió con los requisitos que le había puesto el profesor, pero por otra, me recuerda un caso real en que un ejecutivo de la empresa en la que trabajo, envió a un botones (cuando todavía había botones) a comprarle una pieza de fruta para almorzar y éste le trajo... UN MELON.
ResponderEliminarPepe, no entiendo qué asociación de ideas pudo mover al botones a comprar esa fruta.
ResponderEliminarGenial.
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