viernes, 19 de noviembre de 2010

Reservado

Siempre me produce un tremendo respeto y admiración cuando leo la palabra “reservado”. Me vienen a la cabeza esos locales abarrotados en los que todos estábamos arremolinados en la oscura barra cuando aparecía ese distinguido grupo y lo acompañaban a una mesa que ponía “reservado” mientras los demás mirábamos con ojos de envidia, allí comienzaban a beber, primero agua, luego whisky con agua, luego whisky sin agua y, para finalizar, se bebían el whisky como el agua. Pero eso era antes, cuando no hacía falta llamar por teléfono, ese grupo siempre tenía una mesa “reservada”. Hoy cualquiera puede reservar, llama con el móvil y reserva. Ahora lo que me mola es el parking de las empresas. No es mi caso, por eso lo envidio. Bajas al parking y mientras buscas y dejas en una esquina el coche, del que tienes que salir por la puerta del acompañante tras haberte metido la palanca de cambios por el culo (por eso sé que no soy gay), tienes otras plazas vacías esperando que un jefe de la casa venga con su auto y lo aparque bajo el RESERVADO. ¡Joder! ¡Qué nivel! Bien se puede renunciar a una parte del sueldo para tener el standing de una plaza reservada. Si algún lector tiene una de esas en su empresa, le felicito, y le envidio, de corazón. Esta es mi experiencia con la palabra “reservado”. Ya viene de atrás, de joven, más joven todavía, cuando salía con una chica, ya me gustaban los "reservados".

6 comentarios:

  1. ¡Claro! Yo soy de las que tiene coronita cuando llega al trabajo, pues la bici la estaciono donde se me canta en ganas. Jajajaja. ¿Te causa envidia? Lo siento, no era mi intención.
    Mi mala experiencia con la palabra "reservado" viene desde mis dulces quince años, cuando lo encontré a él, sí, al primer hombre que me rompió el corazón, besándose con una chica en ese cuchitril oscuro.
    A mi también me gustaban en esa época, o bueno, antes de ello. Desde ese día no volví a pisar un reservado, y por eso ahora ando en bici. (Jajajaja, asociación extraña la mía, pero es que Pitt, me haces divagar más de la cuenta).
    Te dejo un beso, o muchos. Y al resto igual, y un feliz viernes.
    PD: En mi café tengo una mesa reservada, ¿me acompañas? ;)

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  2. A mi, salvo para ir a comer a mi japonés preferido que siempre está lleno, no me gustan los reservados, ni las reservas.

    Odio lo previsible de los reservados y las reservas, ¿no es maravilloso dar mil vueltas con el coche buscando aparcamiento? y ¿cuando por fin consigues uno en la puerta?, en ese momento te sientes el rey del mambo!!!

    Yo siempre fui una exhibicionista en potencia, o será que no sentía que me tenía que esconder de nada, no lo sé.

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  3. En lo del aparcamiento estoy contigo, pero en un bar... pues como que me es indiferente, no tengo especial interés en establecerme en ese rincón, ni si quiera interés en entrar a un bar.

    Más me fastidia encontrar otro tipo de "reservados", como son las fincas privadas, un monte, un bosque, un mundo "reservado".

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  4. Leyendo tu post me río solo...
    Aparco en plaza reservada "haciendo un favor a su propietario", manejo información reservada a "cuatro gatos" en bastantes kilómetros a la redonda, y suelo asistir a actos de "esencia" reservada en los cuales está reservado el derecho de admisión.
    Parece una adivinanza, pero no deja de ser un lío de vida...
    ¡Vaya con lo reservado...jeje!

    Salu2

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  5. Yo diría que RESERVADO y el uso de lo RESERVADO siempre produce el efecto de status a los ojos de los demás, sea cierto, como lo es normalmente en el caso del parking de empresa y resultado de una simple llamada en el caso del restaurante.

    Con respecto a la información reservada que dice Toni, yo también manejo muchas veces información que los demás no han de conocer nunca o hasta dentro de un tiempo. Como cosa cierta y graciosa: La mejor manera de conseguir que alguien lea algo es ponerle el sello de confidencial y olvidarlo encima de una mesa. Si se lo dieses para leerlo, pensarían "vaya peñazo" y lo dejarían estar. Con el sello de confidencial, es leído con avidez. Divertido como somos la gente.

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  6. No me gustan los reservados, eliminaría su existencia, pero sobre todo en los parkings que tienes que buscar sitio como si estuvieras en la jodida calle porque todos están reservados.... anda a la mierda! o es un garage público o no, pero me matan esas gilipolleces.

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