lunes, 27 de febrero de 2017
Epitafios
Quien me conoce sabe mi afición por los epitafios.
El mío ya lo tengo decidido: "Aquí yace el que hizo el bien y el mal, el mal lo hizo bien y el bien lo hizo mal".
sábado, 25 de febrero de 2017
Paisaje con figuras
Otra de mis pinturas, que en este caso dedico a mi amiga Sonia, que se declara mi fan número 1, y se trata de una joven culta, con buen criterio y mejor gusto, como indican sus inclinaciones pictóricas y literarias.
(Óleo, 61x50. Palacios, alias Pitt Tristán)
"Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala".
miércoles, 22 de febrero de 2017
La ventaja del segundo ratón
martes, 21 de febrero de 2017
Leones
Un relato polaco cuenta la historia de un pueblo donde había un pequeño circo cuyo león había muerto repentinamente. El director del circo le preguntó a un pobre anciano judío si podría hacerse pasar por león, y el hombre aceptó, puesto que necesitaba el dinero. El director le dijo:
—Lo único que tienes que hacer es llevar puesta la piel del león y sentarte en la jaula, así la gente creerá que tú eres el león.
Y eso hizo el hombre, diciendo para sí mismo:
—Qué trabajos tan raros he hecho a lo largo de mi vida.
Un ruido interrumpió sus pensamientos. Se volvió justo a tiempo para ver cómo otro león entraba en su jaula y le miraba fijamente con ojos hambrientos. Temblando, encogiéndose, sin saber cómo salvarse, el hombre hizo lo único que le vino a la cabeza: entonar a gritos una oración hebrea. Nada más terminar las primeras y desesperadas palabras, Shema Ysroel (Escucha, oh, Israel)… el otro león se unió a él con adonai elohenu (el Señor nuestro Dios), y los dos leones falsos terminaron juntos la oración.
lunes, 20 de febrero de 2017
viernes, 17 de febrero de 2017
Creaciones
martes, 14 de febrero de 2017
Polvo de estrellas
lunes, 13 de febrero de 2017
Acuarela
sábado, 11 de febrero de 2017
Contra el frío, el calor de tus besos
Se desnudó mientras él seguía acariciándola y besándola por todas las partes y le desnudó a él, ya sin ningún pudor. Besó ávidamente sus labios y su pecho y le hizo echarse desnudo junto a ella sobre la hierba. Le acarició el vientre y los muslos, le besó cada vez más apasionadamente hasta desencadenar su más ardiente deseo. Él la dobló debajo de sí y la poseyó con todas sus fuerzas, como si fuese la última vez que gozaba de su cuerpo y de su amor, y vio los ojos de ella iluminarse, su rostro trasfigurarse en un placer cada vez más intenso y conmovedor, sintió sus manos y sus uñas hundirse en los hombros y en la espalda y la oyó finalmente gritar en el delirio del placer sin límites ni ataduras, aquel que sólo los dioses pueden conceder a los mortales.
viernes, 10 de febrero de 2017
Percebes
Las gentes simples, los comensales elementales, suelen decir ese lugar común tan socorrido: "pues a mí me gustan los percebes porque saben a mar". Que inmenso error, que dislate. Y sobre todo que tontería. Los percebes no saben a mar, son el mar. Los percebes del Cantábrico no son trocitos de océano, ni mutilaciones marineras, ni flecos de tormentas, ni galernas deshilvanadas. Los percebes son mares completos, océanos enteros, porque en el fondo hay tantos Cantábricos como percebes del Cantábrico.
El percebe ni se come ni se bebe: se vive, se disfruta, se goza. Dentro del percebe, en fin, caben todas las pasiones violentas del océano.
(Dedicado a mi amiga Livy, entusiasta de este manjar)