El Romanticismo puso de moda una palabra de origen italiano: capricho. Literalmente podría significar “que procede como las cabras”. Es decir: a salto de mata, desordenadamente. Pero los románticos, que hicieron de ella una fe de vida, dieron un sentido preciso a esta palabra: lo que se ejecuta por la fuerza del ingenio antes que por la observancia de unas reglas.
Los caprichos suelen salir caros...
ResponderEliminarSeguramente, por eso no soy hombre de caprichos.
EliminarEstos románticos tenían caprichos jaaja . Según una de las definiciones es algo que esta fuera de la lógica ..pero de vez en cuando a que nos damos alguno !!!. Feliz noche.
ResponderEliminarUna forma de vivir, era para ellos.
EliminarFelices sueños.
Sabía que ibas a poner el de Gaudí. No hay otro mejor.
ResponderEliminarFeliz día.
Me encanta, por supuesto, Gaudí, pero también me encanta todo ese entorno, interior y costa.
EliminarFeliz día.
¡Estos románticos se la pensaron bien!
ResponderEliminarAbrazos
Vaya... por dónde!
ResponderEliminar=)
Quien pueda pagarse caprichos hace bien. Todos en el fondo somos algo caprichosos, unos dependen de su economía, y otros no tienen problema con la economía. Viva el Romanticismo y los caprichosos de entonces :-)
ResponderEliminarSe me antojó el capricho de conocer el lugar, pero como ahora no puedo ir in situ, lo hice por este medio. Muy bonito el Capricho de Cantabria.
Abrazos Pitt
Pues es una definición, desde luego, más romántica, sí. Caprichos los hay de muchos tipos, suelo tener bastantes, pero sencillos. Un paseo repentino, una visita a la confitería o a la librería... luego están los otros, esos como los de decir... Ala, me voy a pasar unos días a Escocia... Este último solo tardé treinta años en verlo realizado. Ya no era capricho, ya era cabezonería, ja ja. Besos :D
ResponderEliminarGracias por la información.
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