ALICANTE
José Tomás prohíbe grabar su corrida en Alicante a todos los aficionados que acudan a verlo.
Cartel de Miquel Barceló para la corrida de José Tomás en Alicante.
‘Hasta que le dé la gana’
Crónica de la encerrona de José Tomás en Alicante. Por José Miguel Arruego
Estaba la gente piando desde el 12-J. Corrillos, mentideros, aficionados y snobs debatían sobre José Tomás y su fecha de caducidad. Discusión recurrente y estéril a partes iguales. En Alicante, después de esculpir una docena de naturales ¿o más? en una serie que ya es historia en su carrera, de mecer el capote con solemnidad, de hundirse y encajarse en cada muletazo y de irse con fe tras el acero demostró que correa tiene y mecha le queda. ¿Hasta cuándo? Hasta que a él le dé la gana.
Salvo algún voceras que se hizo notar a destiempo, el público acudió, llenó y presenció el festejo con más respeto que devoción. No hubo una palma de más, ni se magnificó ni sobredimensionó lo acontecido. Incluso faltaron pañuelos tras la faena al primer toro, en el que ya estuvo Tomás centrado y torero. Rematado, bajo y bien hecho el castaño de Juan Pedro. José Tomás se hizo pronto presente pronto en el ruedo lo lanceó ganando terreno, primero a la verónica y luego por chicuelinas muy ceñidas, hasta rematar en los medios.
Se quedó ya muy corto el toro en el quite por tafalleras del de Galapagar, que tras un inicio estoico por alto en el tercio le dio sitio al principio de cada serie, porque era pronto pero no terminaba de escupirse de los vuelos. Por la mano derecha le cogió muy pronto el sitio, las series fueron cortas porque el toro no las admitió más largas. La última, enseñando al toro media muleta desde la cadera y reuniéndose y enroscándoselo a su anatomía fue la mejor por intensa y apretada. También el cierre a dos manos. Hubo petición sin clamor después de una estocada trasera, de lenta ejecución, pero no cayó la oreja. Saludó una fuerte ovación.
La tarde reventó en el segundo. Largo y de generoso cuello, el Garcigrande fue protestado en los primeros tercios porque echó las manos por delante de salida, pero tras un extraordinario quite por gaoneras, de gran despaciosidad y angostura, se acabaron las quejas. El inicio por estatuarios en los medios, fue el prólogo de una faena grande al natural. El toro tuvo más celo que ritmo en el inicio pero el torero, muy anclado en la arena, dejándole la muleta en la cara, ordenó su embestida, y ligando muletazos de gran tersura, encajado, codilleando incluso, puso la plaza del revés.
Hubo una serie de hasta diez naturales ¿o fueron más? monumental. Surgió un desarme en la siguiente que no restó la intensidad de la obra y se superó en la última, de nuevo monumental. Como el cierre por bajo, con la pierna flexionada, también abundante. Después de una estocada trasera y tendida que fue suficiente se desató una petición clamorosa. Y cayeron las dos orejas.
Serio, recogido, el tercero de Victoriano salió con pies, manseó en el peto y en banderillas, marcando querencia mientras se siguió meneando, muy a su aire, en el capote de Sergio Aguilar. El toro nunca se entregó en la muleta. El torero desde el primer momento. Embistió el astado con la cara suelta por el lado derecho, sin terminar el muletazo por el lado zurdo. Muy hundido el torero, muy convencido, fue violentamente cogido en la tercera serie con la derecha. La voltereta fue espantosa porque al estar el torero tan entregado lo cogió de lleno y lo zarandeó como a un pelele. No le cambió el semblante, volvió a la zurda para finalizar una faena que abrochó por manoletinas y concluyó de estocada contraria de tan derecho como atacó. La oreja fue de ley.
Embistió con temple de salida el castaño cuarto, de Domingo Hernández, y surgió el mejor toreo de capote de la tarde. Con el compás cerrado, casi a pies juntos, muy mecido. Solemne. Pena de desarme final, en la media de remate, en la misma boca de riego. El toro en banderillas ya apuntó su medida raza y en la muleta lo manifestó de modo más evidente. Por el pitón derecho lo recogió mejor el torero, le dejó la muleta en la cara, no le dejó aburrirse, y surgieron las mejores series. Con la mano zurda se vio más clara la condición del toro, que estaba loco por refugiarse en tablas. Fue el toro de menos opciones y también la faena de menos fundamento. Además la única que necesito de dos pinchazos antes de la estocada definitiva.
Video:
https://www.mundotoro.com/noticia/hasta-que-le-de-la-gana/1644999
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