Lo cuenta Pla Ventura: La sala del terror
Ruíz Miguel suele llevar a su casa a sus amigos cada vez que su corazón se lo pide, algo digno de encomio hacia su bendito ser. Al respecto, en cierta ocasión, Paco llevó a su hacienda a varios comensales a los que quería agasajar y, la primera vez que pisaron su casa, Ruíz Miguel le dijo: “Ahora pasaremos a tomar café a la sala del terror” Y más de uno se estremeció al escuchar al maestro. Claro que, al entrar en el salón aludido todo el mundo comprendió la metáfora porque, el mismo, está repleto de las cabezas de los toros más significativos con los que el diestro de San Fernando ha triunfado por esas plazas de Dios.
Lo dicho, como explico, resulta una anécdota simpática de un hombre singular en su género pero, si profundizamos muy pronto comprenderemos que, el salón del terror no es otra cosa que la efigie que nos muestra la carrera de un torero admirable, de un hombre ejemplar en todos los órdenes que, como alguna vez dije, jamás se apeó del estrado que le correspondía y, como cité en algún que otro momento, tenía motivos para hacerlo porque, su vida, a Dios gracias y a su tremendo esfuerzo estaba resuelta.
En la actualidad, muchos toreros de los de relumbrón, si disecaran las cabezas de los toros que lidian y las colgaran en sus respectivas casas, al salón en cuestión habría que llamarle salón del cachondeo porque, los toros que lidian son eso, puro esperpento, razón por la que no tienen cabeza alguna disecada, sencillamente porque sentirían vergüenza si tuvieran que mostrarla a sus amigos, caso muy distinto el de Ruíz Miguel que, entre otras muchas cabezas pudimos ver la del toro de Miura que le cortó el rabo en Sevilla.
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