martes, 18 de julio de 2023

Arte taurino. Joan Miró. Corrida de toros, 1945

 


                                              Joan Miró (1893-1983). "Corrida de toros", 1945. Óleo 114,9 x 145

4 comentarios:

  1. Extraordinario, soy un admirador incondicional de Joan Miró.
    Saludos

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    1. Ahí lo tienes. Este lienzo se presenta casi como la antítesis de los cuadros que representan el mismo tema en la producción de Picasso, que en algunos de sus cuadros y dibujos comparó el ímpetu creador del propio artista con el del toreo. Miró, como buen catalán (?), capta la vertiente cómica de un mito. Manchas de color rojo aluden al derramamiento de sangre. Arriba a la derecha, como expresión del "desprecio irónico" del arte de Míró, vemos al torero vestido de fiesta, que vuela por los aires tras su encuentro con el pequeño toro de la izquierda, que luce el mismo motivo del grande en el centro: un pequeño ojo violeta y rojo. Miró interpreta el tema como un grotesco encuentro entre titanes.
      Fe de erratas: La interrogante entre paréntesis debía ir después de buen, es decir. "... como buen (?) catalán...", pero he querido dejar el error tal y como me había guiado mi buena fe.
      Saludos.

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    2. Conocí personalmente al pintor, un buen artista (!). Un gran hombre universal.
      Saludos

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    3. Imagino que tu bonhomía te impediría decir lo contrario. Yo no tengo conocimientos para valorar su obra y mucho menos su persona. Otros críticos y entendidos lo hacen. También con Dalí, por ejemplo, y tantos otros admirados artistas.
      Se entiende de mis comentarios que el ataque a la Tauromaquia predispone mi ánimo.
      Hubo una buena amistad entre Miró y Picasso, ya que lo he citado antes, y una curiosa anécdota de su comienzo con una ensaimada. Todo empezó con este bollo típico de las islas Baleares. Las madres de los artistas, María Picasso y Dolores Ferrà se habían hecho muy amigas en la ciudad condal. Por eso, cuando la segunda le dijo que su hijo Joan se iba a París en dos semanas, María sólo pudo pedirle que le llevase a Pablo una ensaimada, cuenta Punyet Miró. Al parecer Miró no le pudo hacer la entrega nada más llegar porque nunca pillaba a Picasso en el 21 de la Rue de la Boétie y, pese a que se estaba estropeando, no se la comió. El malagueño quedó muy sorprendido el día que el bollo llegó a sus manos. "¿Pero hombre, por qué no se ha comido usted la ensaimada?", cuentan que le preguntó.
      Saludos.

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