Pamplona y el agua que se convertirá en vino.
Con los nervios propios de un Día de Reyes o de la víspera de una boda, cogieron los tendidos de Pamplona colores diversos antes de la hegemonía del blanco y rojo de mañana hasta el 14 de julio. Era el día de antes y eso siempre implica reencuentros, abrazos… ‘¡Qué calor!’, aseguraban al comprobar los grados de la piedra y el bochorno del ambiente. Un continuo uso de abanicos. Hasta los programas del festejo empezaron a volar, para aquellos que no venían preparados. En ninguna cabeza entraban los chubasqueros. Ni hablar de las prisas de los que llegaron con el tiempo justo, esperando que el partido de España terminara en hora. Un gol de Alemania metió al partido en la prórroga y en el desarrollo de una novillada marcada por un diluvio y una victoria.
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