Javier Zulueta se crece en tierras del Ebro
Importante tarde del sevillano, que pasea una oreja al igual que Alejandro Chicharro y Cristiano Torres
Hay cosas que tienen difícil explicación y comprensión. Como que de una novillada con problemas en los reconocimientos, remendada hasta con tres utreros de otro hierro, el primer sobrero sea de la ganadería titular. Una sorpresa a simple vista, que luego tampoco se pudo argumentar después de que saliera al ruedo tras devolverse el tercero. Con hechuras casi de toro por su cuajo, el de sobrero de Talavante tenía buenas hechuras y no desigualaba una novillada que de por sí ya lo era. Fue fiel pronto a sus hechuras, pues ya en el capote de Javier Zulueta marcó su humillada embestida. Exigente siempre para el toreo, pues no permitía el relajo, sino el llevarle siempre hacia adelante y perderle, en la medida de lo posible, varios pasos entre muletazo y muletazo, para darle inercia. En cercanía, la embestida caminaba a partir del tercer muletazo más por el genio. Supo el sevillano coger bien el aire, acompañando los muletazos con una figura natural. Cumbres fueron los cambios de mano, así como el toreo al natural, donde Zulueta consiguió reducir la embestida del animal. Aminorar su movimiento. Lo que viene siendo torear, como lo fue una serie a pies juntos de naturales a final de faena. Sin embargo, con el acero no estuvo acertado y dio una vuelta al ruedo.
Suelto de carnes y con el trapío justo por su poco remate fue el sexto, un utrero de Talavante que tuvo una gran embestida en la muleta, aunque siempre en el límite de la mansedumbre. Ese ir y venir con clase, le permitió a Javier Zulueta explayarse en una faena que confirmó el tono de su tarde. Esta vez, lo mejor llegó por el pitón derecho. Una serie muy vertical hizo sucumbir a los tendidos más exigentes de la plaza que reconocieron el caro trazo del diestro. Sin embargo, un pinchazo antes de la estocada dejó el premio en una oreja.
Mismo trofeo que paseó Alejandro Chicharro en el cuarto, un novillo colorado chorreado que tuvo mucho cuajo y mucha clase en su embestida, aunque siempre marcando su querencia hacia los adentros. Comenzó Chicharro con un pase cambiado por la espalda en el centro y pronto comenzó a torear sobre la diestra una vez vista la categoría del novillo de Talavante y, a la vez, su escaso fondo en esos terrenos. Pronto buscó el novillo los terrenos de las tablas y allí, consiguió sujetarlo el madrileño a base de dejarle siempre la muleta puesta en la cara. Sin dar opción a irse las tablas, el novillo siguió embistiendo con el pitón de dentro y las series fueron más ligadas. Al natural, dejarle la muleta en la cara es más complicado y el novillo salió más suelto. Siempre inteligente en terrenos, confirmó ser un novillero hecho y cortó una oreja tras una estocada. Con el primero, de Hnos. Azcona, tuvo pocas opciones pues pronto se vino abajo por su justeza de raza.
Fue Cristiano Torres el menos afortunado en el sorteo. Su novillo de Talavante fue el más deslucido de los cuatro, pues aunque embistió bien en las primeras series -siempre y cuando los muletazos fueran paralelos a tablas y en el tercio- tuvo poco fondo y no aguantó más de dos series. Un inicio de rodillas con una arrucina y otra muy encajada sobre la mano derecha fue lo más destacado del maño. Tuvo que hacer todo con el quinto, de Hnos. Azcona, también justo en su raza. Torres hizo una faena siempre a más, imponiéndose a la embestida y a un pozo que pareció estar seco. Sin embargo, la ambición y las ganas estuvieron esta vez por encima de la bravura y consiguió una oreja tras una estocada. Una tarde en la que al final se echó en falta que la novillada no fuera entera de Talavante, más allá del sentir general de una afición que también añoró los nombres de Aarón Palacio -en el tendido-, de El Mene y de Los Maños en los carteles.
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