domingo, 5 de agosto de 2012

Conciencia

Un comentario de nuestra querida seguidora Verónica C. en la anterior entrada decía en una de sus partes: "Si de verdad empatizásemos no volveríamos la cara".
La falta de ideales nobles en el ser humano empantanado en lo material son los síntomas de los estertores -desde hace décadas- de un paradigma de conciencia en extinción. La conciencia: el verdadero problema de la humanidad, su gran incógnita y su mejor esperanza. Pero ¿y si la humanidad fuera capaz de pensar mejor en el futuro, de transformar la estructura de conciencia dominante para enfrentarse a los retos de la existencia desde nuevos parámetros mentales?
Aunque sea una ingenuidad por mi parte también puede funcionar como un potente antídoto contra la pestilente tiranía de nuestros días.
Siempre nos quedarán mujeres (y hombres) como Verónica C. a quien dedico de corazón esta humilde reflexión.

12 comentarios:

  1. Me sumo a tu bello reconocimiento hacia Verónica, es algo muy digno de pensarse con profundidad. Si es capaz la humanidad y lo ansía, pero no sabe como mostrar su lado B, así que esas "ingenuidades" hay que cantarlas con todas sus letras, que no se pierda más tiempo.
    Bien por Verónica que sabe como sacar tu parte más linda.
    2 abrazos, para ella y para ti.

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    1. Misántropo y "lindo". Sara siempre me busca el perfil bueno.
      Gracias.

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  2. Primero, me recuerda una frase del sacerdote capuchino José Antonio Sierra en un opúsculo que él dice que recopila y yo agrego que está muy bien organizado: "Si supiésemos comprender, no haría falta perdonar". Desde luego, lograrlo requiere un camino de sanación de las propias heridas que como he podido ver personalmente, ha sido vivido por muchos; y por otra parte, necesita también, un salir de sí mismo para que como se dice en este mismo opúsculo, Dios sea realmente Dios en uno y no una proyección más o menos inconsciente de sí mismo. Otro sacerdote, de otra orden y país, siguiendo este camino de Amor en su forma más universal, dice que no tenemos enemigos sino benefactores porque quienes nos hacen mal, nos hacen acercarnos más a Dios. ¡Y qué difícil es no olvidar esto en nuestra vida diaria!
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    Y la conciencia es individual e inviolable, desde filósofos precristianos se ha señalado no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros; y aún más: hacer con otros lo que quisiéramos que nos hicieran. Tanto en el capítulo 2 de la Carta de San Pablo a los Romanos, como en el número 16 de la constitución "Gaudium et Spes" (El gozo y la esperanza) se dice que cada cual será juzgado según lo que cree bueno o malo en lo más interior de su propia conciencia, lo que sólo Dios puede conocer. El mismo principio de que si alguien cree sinceramente en su interior que algo es bueno, Dios se lo computa como bueno, aparece en el libro como fábula "Cartas del diablo a su sobrino” escrito por Clive Staples Lewis, anglicano recomendado en retiros católicos y el mismo autor de “Las crónicas de Narnia”. Podría reiterarlo de otras formas.
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    Si se conoce y practica lo que se dice creer, ya están los elementos para un mundo mejor. Pienso que no hay que perder la esperanza de que a pesar que se haga más barullo con el mal, eso no significa que tenga más fuerza que el bien. Ni tampoco que porque se publica más lo que está mal, signifique que haya aumentado. El bien es más fuerte que el mal. Como siempre me han gustado los versos, me parece que fue el colombiano adoptado por mi país, Isaías Gamboa (1872-1904) quien escribió: “Nunca lo bueno te parezca escaso porque no exhiba como el mal su fuerza. Ve por el mundo con sereno paso...”
    Quizás lo que digo sea menos comprendido en algunos países. En el mío, la iglesia ha sido la voz de los sin voz, en tiempos muy dolorosos. Me preocupo por mis familiares que están en otros países, con problemas “ad portas”.

    Ruego a Dios que Verónica C. encuentre trabajo y solucione sus problemas.
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    Un cordial saludo.

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    1. Gracias a Eugenia Cristina por su erudicción y solidaridad. Todos queremos a Verónica -tremenda poeta- y agradezco tu adhesión.
      Saludos.

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  3. Creo que la conciencia y la consciencia van íntimamente unidas, si te das cuenta tan sólo las separa una ínfima letra, será por algo...

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    1. Ana Pepinillo, una gran humanidad destrás de su estilo desenfadado. Buena, muy buena Ana. Gracias.

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  4. Lo primero, Pitt, muchas gracias por dedicarme esta entrada, esta reflexión que nace de tu corazón y de tu introspección.

    Creo en la empatía porque cuando ha accionado en mi vida me ha a portado un punto de vista cuanto menos, sereno y altruista.
    Pero para ello hay que accionar, no pasarlo por la mente un rato; y así la conciencia se abre y se ancla.
    Sólo así podemos, de verdad, obrar ese cambio, ya sea para bien o para mal.

    Creo que un cambio mental es posible; de hecho estamos continuamente cambiándolo según asentamos los pensamientos. Si conoces la "teoría" del mono número cien, que por otro lado, ya no es teoría pues se ha comprobado realmente con los monos, está todo dicho.

    Y permíteme, por favor, dirigirme a Sara y a Eugenia Cristina:
    Gracias Sara :)
    Dale a Pitt un reto para pensar y que ponga en entredicho lo que se de por hecho y verás qué ocurre :D

    Eugenia Cristina, gracias por tus ruegos. Como creo en el gran poder de la intención, seguro que tu fuerza y mi tesón obrarán ese "milagro" ya que parece que en este país no hay trabajo para tantos, pero yo no lo creo :)

    Besos para tod@s

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    1. Como soy insaciable recojo con sumo gusto ese piropo de "dale a Pitt un reto para pensar..." que ,a pesar de ser exagerado, cobra mayor valor por venir de tu persona. Te queremos.
      ¡Qué lo sepas!

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  5. No creo en el altruismo.

    Considero que es algo tan bello como ilógico. ¿Por qué? Siempre que hacemos algo, sea para bien o para mal, va a tener un resultado. Obviamente nos esforzamos por que sea el esperado.

    Esto significa que si ayudamos a alguien, lo hacemos porque queremos hacerlo. Necesitamos verl@ feliz/sentirnos bien con nosotros mismos/lo que sea. La cuestión es que el primer impulso nace de en nosotros mismos, y desde el instante en el que obedeces al mismo, estamos hablando de una acción egoista. ¿Por qué? Lo hacemos porque queremos hacerlo.

    Sin embargo eso no significa que sea malo. El término "egoísta" está demonizado. Ya sabéis, estoy hablando de egoísmo altruista. De algo tan bello que por desgracia huye de las mentes de aquellos seres aun inconscientes. Aun incapaces de acercarse a la empatía.

    Otro problema, a parte de la inconciencia, es la falta de convivencia real. Actualmente nos movemos en una sociedad en la que imperan unos valores morales que pocos nos hemos parado a cuestionar. Si hay algo que se sale de los mismos, se tilda de "malo". Si no como carne, malo. Si no hago lo mismo que ellos, malo. ¿No es eso hipócrita en una sociedad de valores cristianos? Por supuesto, porque en teoría defienden la intolerancia. ¿Se creen buenos y altruistas? ¿Entonces por qué vuelven la mirada en una corrida de toros y no sienten pena por la carne que consumen cada día? Se me antoja contradictorio. El dolor sigue. Por eso estoy tan de acuerdo con la frase de Verónica.

    En definitiva: lo que falta hoy en día es una sociedad libre, que de forma consciente mire por su egoísmo altruista y, sobre todo, que crea en la convivencia. ¿Os imagináis esa libertad sin renunciar a la norma de convivir con el prójimo? Sería precioso.


    Madre mía, siento haberme extendido...
    A lo importante: Pitt, me encantan tus reflexiones. Definitvamente. Y los comentarios de más arriba también son dignos de admirar.

    Un saludo. :)

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    1. Te mereces -parca recompensa- dedicarte mi próxima entrada por lo que dices: "...falta de convivencia real..."
      Por otro lado me encanta esa acuñación del altuismo egoísta: sólo poniendo a la verdad en la cuerda floja podemos ver si se sostiene. Es la fueza de la paradoja.
      En cuanto a tu último párrafo te ruego no me avergüences con tan extrema cortesía.
      Saludos.

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  6. Estoy de acuerdo con el comentario de Verónica y con la frase del capuchino de Eugenia Cristina. El caso es que todos estamos de acuerdo. Luego fallamos por algo tan simple como que el instinto es rápido y va más rápido que nuestro cerebro. Cuando perdonamos ya somos nosotros después de haber pensado. Bueno, feliz Domingo a todos, pensativo o no.

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    1. Sergio, impagable seguidor, inteligente comentarista y mi deseo de que siempre sigas ahí. Gracias por estar.

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