Me lo ha recordado Francesc Cornadó con su anterior comentario.
Ante la puesta de sol, un cuento de Fernando Pessoa.
Ayer por la tarde, un hombre de ciudad
hablaba ante la puerta de la posada. También hablaba conmigo. Hablaba de la
justicia y de la lucha por la justicia, y de los obreros que sufren, y del
trabajo constante, y de los que pasan hambre, y de los ricos, que tienen anchas
las espaldas por eso.
Y al mirarme vio lágrimas en mis ojos y
sonrió complacido, creyendo que sentía el odio que él sentía y la compasión que
él decía que sentía.
Pero yo apenas lo escuchaba. ¿A mí qué
me importan los hombres y lo que sufren, o suponen que sufren? Que sean como
yo, y no sufrirán. Todo el mal del mundo viene de que a unos les importen los
otros, sea para hacer el bien, sea para hacer el mal. Nuestra alma y el cielo y
la tierra nos bastan. Querer más es perderlos y ser desgraciados.
Lo que estaba pensando mientras el amigo
de los hombres hablaba (y eso me había conmovido hasta las lágrimas) era en
cómo el murmullo lejano de los cencerros, aquel atardecer, no parecía las
campanas de una ermita donde fueran a misa las flores y los regatos y las almas
sencillas como la mía.
Alabado sea Dios, que no soy bueno y
tengo el egoísmo natural de las flores y de los ríos que siguen su camino
preocupados sin saberlo tan solo por florecer e ir discurriendo. Es esta la
única misión que hay en el mundo, esta: existir claramente y saber hacerlo sin
pensar en ello.
El hombre había callado, y miraba la
puesta del sol. Pero ¿qué tiene que ver con la puesta del sol quien odia y ama?
Pessoa es un genio , aunque no había leído este cuento.
ResponderEliminarQueriendo o sin querer, podemos llevar felicidad o tristeza a quienes nos rodean, y más aun si tenemos la intención de hacerlo. Parece un texto crudo, pero en realidad muestra la esencia de nuestro ser que siempre por una cuestión instintiva buscara satisfacerse en todos los ordenes y eso conlleva un egoísmo girando en derredor... Esa comparación de las flores y el rio y el simple existir es fantástica.. A veces nos perdemos en elucubraciones, pero nuestra esencia marca por si sola determinados caminos. Muy buena entrada. Saludos
Muchas veces nos equivocamos y... nos mentimos. La poesía tiene esa fuerza de convocar en pocas palabras un sinfín de emociones ocultas.
EliminarGracias por tus palabras, un saludo.
No había leído nunca este cuento. Me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarAbrazos
Pessoa merece la pena.
EliminarAbrazos.
Amigo y admirado Pitt, estoy muy contento que mi comentario de ayer te haya recordado este cuento. Pessoa es un autor que contempla el mar y ve como el sol se pone allí en la línea del horizonte, su mirada es distinta de la del escritor mediterráneo, este no ve el sol ponerse en el mar, lo que ve es como sale el sol de las aguas de este mar antiguo. Son dos visiones distintas y dos maneras de entender el paisaje. Los lusitanos son de mirada nocturna y los mediterráneos son de mirada matutina.
ResponderEliminarSin embargo, yo prefiero tanto los unos como los otros, más que aquellos que miran interioridades y cosas simbólicas, estas se me escapan y no las acabo de entender.
Pessoa es un magnífico escritor, un gran poeta, y lo es porque comprende que la vida y la realidad es lo que tenemos delante y se deja de mandangas. A mí también me basta con lo que tengo delante y no quiero nada más, mi “patria” es esto que tengo delante y el resto es una bola del mundo donde tengo marcados unos puntitos que son los lugares donde viven mis amigos y sé que en estos lugares tendré una cama donde dormir.
Un fuerte abrazo
Francesc Cornadó
Qué amable, Francesc, tienes lo de los grandes maestros: el poder de inspirar. Brillante, como dice Neogéminis un poco más abajo, tu comentario, me quedo esa frase tuya para mis libretas: 'Los lusitanos son de mirada nocturna y los mediterráneos son de mirada matutina'. En su conjunto, tus palabras, tienen mucho de Pessoa pero también de la frescura y la luz mediterránea. Cuando has hablado así de lo lusitano, del Atlántico no he podido sino recordar Galicia, a ese poeta Luis Pousa, de ese país de demonios, libélulas y nubes barrocas: "Mi padre se ponía su corbata de seda y me llavaba de paseo al puerto. Mi padre me enseñó a mirar el Atlántico (...) Me siento a contemplar el horizonte de barcas, estrellas, nubes y linternas".
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por estas breves pero intensas conversaciones.
Un cuento sencillo y profundo que merecía ser recordado. Gracias
ResponderEliminarp.d Leo el comentario de Francesc Cornadó y me quito el sombrero en señal de reconocimiento
EliminarMe alegra que sea de tu agrado.
EliminarGracias a ti.
Me encantan los cuentos y este también , cada uno lo verá de distinto modo pero ahí está la complejidad del ser humano. Me quedo con muchas cosas pero he de decir que el sol sale para los buenos y no tan buenos. Un abrazo Pitt.
ResponderEliminarPessoa era un gran poeta y un gran pensador.
EliminarFuerte abrazo.
El trasfondo de Pessoa siempre es de reflexión. Es raro que deje cabos sueltos.
ResponderEliminarEl que va a ser devorado por el cocodrilo también puede llegar a pensar que las lágrimas que derrama el saurio para lubricar el ojo se deben a que en el fondo le da pena acabar con la vida de su víctima. Bueno, es una forma de consuelo.
Saludos.
Reflexión sobre una verdad incómoda de asumir.
EliminarSaludos.
Me ha parecido fantástico el cuento.
ResponderEliminarPara reflexionar.
Besos :D
Muchas gracias.
EliminarBesos.
En sus palabras siempre esconde una verdad que no siempre es agradable saber pero es fantástico reconocer.
ResponderEliminarUn beso, Tristán, y gracias por pasarte por mi casa, a ver si tengo más tiempo y me paso más por la tuya :-9
Muchas gracias, me alegra que la lectura sea de tu gusto.
EliminarUn beso.
Si me lo permites recojo una frase del comentario de Francesc Cornadó. " .... lo demás son puntitos donde viven mis amigos y donde sé que tengo una cama para dormir"
ResponderEliminarSi cuando miramos somos capaces de ver, gozaremos de la vista que se nos ofrezca en ese momento sin más.
No habia leído este cuento. Gracias por haberlo traído aquí.
Salud, Pitt Tristán.
Anna Babra