Cuando la jienense feria de San Lucas cierra la temporada española, muchos amigos taurinos, y los que no tienen la dicha de serlo, me preguntan: ¿y ahora qué vas a hacer sin toros?
Siempre
me ha sorprendido este interrogante, asumiendo de alguna forma que mi interés
se limita a lo que acontece en el ruedo, como si allí se circunscribiera todo,
el alfa y el omega de la Fiesta. Por ello la respuesta se repite cual mantra:
lo que sucede en la plaza es solo la punta del iceberg, la Tauromaquia es
grande, muy grande y desborda con creces las tardes de toros, lo cual no es
poco.
La
forma de vivir nuestra pasión ofrece múltiples vías de expansión: además de la
visualización de faenas en televisión o las grabaciones antiguas, tenemos las
visitas a ganaderías, a los museos taurinos, a los cosos, las lecturas, la
asistencia a conferencias, las charlas y tertulias, que son algunas de las
formas de mantener viva la afición y alimentar ese rescoldo con el que calentar
nuestros corazones en los duros meses invernales.
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