¡Ay de mí! Y de todas esas bellas mujeres que se casan con hombres sombríos y se marchan a sus barrios para no salir nunca más, aquellas cuyos bellos rostros y ojos se van apagando, porque nadie ha tenido coraje ni pericia para crear un sindicato que las defienda.
una pena la verdad, hay muchas así.
ResponderEliminarbesos.
Como cualquier otro colectivo, deben ser ellas las que se organicen en el interno, hagan su lista de reivindicaciones, y luego pidan ayuda a una organización externa, pero, que no se nos olvide, la precariedad la sostiene el que la sufre y llega un día en el que se dice a sí mismo, ¡¡Hasta aquí hemos llegado!! y deja de sufrir... y sus ojos vuelven a brillar!
ResponderEliminarsalu2
Jajajajaa, menuda cara tienes...
ResponderEliminarQuizás en vez de un sindicato necesitan un buen abrazo.
Muchos besos.