Las mentiras sobre Ayuso, los toros y el Thyssen (O cómo Errejón era, en realidad, Brad Pitt)
Editorial del martes 26 de noviembre de 2024
Hace tiempo que desde el gobierno temen a Isabel Ayuso como a un nublado. Que el presidente del Gobierno se dedique a la caza de la presidenta de la CAM dice mucho a Ayuso, pues la eleva a máximo objetivo político, dice poco de Sánchez, que se rebaja a un zafarrancho en una geografía autonómica y dice mucho menos de Feijóo, hombre escasamente creíble como rival para nada. Hoy la prensa que dice la verdad arremete contra Doña Isabel acusándola de achicar presupuesto al Thyssen y al Museo del Prado para dárselo a los toros. Cosa que, además de ser una mentira, es otra munición para disparar a quien es temida como a la tormenta perfecta.
Primero, es mentira que quite nada a nadie para dárselo a los toros. Segundo, entre el canon de arrendamiento en contrato público más lo que se gusta la empresa gestora de Las Ventas en empleo público y otros dineros desembolsados en servicios varios, la cantidad supera con creces la inversión o ayudas en toros. Algo que, además, no debería ser objeto de cuestionamiento, sino comprobación de una obligación de gobierno y constitucional, habida cuenta de la catalogación legal del toreo en España y en La Comunidad de Madrid. Eso, por un lado.
‘En los Presupuestos Generales del Estado, el toreo tiene cero euros de subvención’
Por otro lado, lo que la prensa que dice la verdad silencia, es que, en los Presupuestos Generales del Estado, el toreo tiene cero euros de subvención. Cero. Del otro lado, ya en 2018 el Thyssen vio aumentada su subvención en casi un 14% hasta rondar los 6 millones de euros. Seis millones. El Prado no anda muy lejos. La prensa que dice la verdad tiene la misma orden que el Fiscal General del estado, los que mandan en la Hacienda pública, la misma orden que tienen ministros, esposas, amantes, esposos, queridas y queridos de toda condición: fuego a la Ayuso. Sánchez dispara a matar. Sánchez, que nunca hace prisioneros, tiene a todos sus ejércitos de tierra, mar, aire y éter disparando a Isabel.
Esta prensa que siempre y únicamente ella dice la verdad, la subvencionada y pagada por Sánchez, la mamporrera y de bufanda, silencia verdades como puños y se dedica a fabricar fakes, veneno para verter en el agua que bebemos. De Begoña esposa y mangante, nada. De la trama más delictivamente infame urdida desde y con gente de este Gobierno, nada. Del uso vil y privado de las instituciones del estado, nada. Esta prensa es la culpable de la situación más ignominiosa de un país cuya credibilidad se mantiene aún por la existencia de personas públicas como Ayuso: Madrid, pese a quien pese, lidera todo en este país quebrado en su moral y corrupto hasta las cachas, en donde la Guardia Civil condecora a un delincuente mientras Marlaska decide que corbata le va bien a su caro traje de pijo postureador de disco intelectual entre pijitos.
México vive una deriva peor que el de la madurocracia venezolana
Sucede que las mujeres de la derecha no son mujeres. Sólo las de la izquierda lo son. Yolanda, esa a la que la inteligencia le juega siempre una mala pasada, es, por supuesto mujer entre mujeres. Lo es la Maroto, alguien cuyo trabalenguas literal es a modo de su trabalenguas moral e igual a su trabalenguas y hace juego con su trabalenguas adictivo: no es mamporrera de Sánchez, lo ama en amor servil al alfa adonis. Ayuso no es mujer. No lo es tampoco una política recta y leal como Tere Jiménez, gobernadora del estado mexicano de Aguascalientes. Si lo es la presidente de México, la Sheinbaum. México vive una deriva peor que el de la madurocracia venezolana. Sus discursos en los días alrededor del cincuentenario de la plaza de Aguas, son para enmarcar. La Sheinbaum es como un clon de López Obrador. Ya hasta en la mañaneras, esas conferencias de prensa que son un teatrillo de pésimos actores, tiene gestos de AMLO, tics de AMLO. España es puro caudillismo y México se convertirá en días en una monarquía absoluta hereditaria. Esas tenemos.
Pero resulta que la feminidad en toda su versión solo lo es si eres Yolanda, Begoña, Sheinbaum o Maroto o incluso si eres un algo inútil de ocurrencias subvencionadas como los de la mujer de Iglesias: Irene Montero. Irene juega a las muñecas y a las casitas y a esas cosas que impone el patriarcado. Juega a todos, todas y todes, mantelitos y barbies ideológico-ocurrentes, cuyo coste es infinitamente superior al de las consolas más caras del mercado. España se gasta un dineral en este juego de las casitas de niñas semi pijas sin oficio que tienen de mujer lo que tienen de inteligencia y capacidad.
Porque mujer u hombre, las personas se miden por aquello que no está ni en la entrepierna ni en las camas de los amantes alfa tipo Errejón. El gafitas con cara de “yo no he sido”, el pijo pijísimo que se las llevaba al huerto prometiendo lo que se promete desde el poder a cambio de follar. Promesas que se creen quienes (ellas o ellos) son capaces de follar no por el placer que da en follar en sí mismo, sino pensando en la monda que reciben por dar gusto. Pero ahora resulta que Errejón era Brad Pitt o quizá George Clooney. O quizá Pedro.