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El objeto que quizá mejor resume la tentativa de imaginar y entender un mundo que no hemos experimentado directamente, sino que conocemos sólo a través de los relatos y las experiencias de otros, es el “Rinoceronte” de Durero, un animal que el artista dibujó, pero que no vio jamás.
El “Rinoceronte” de Durero se alza como monumento a nuestra infinita curiosidad, y a la necesidad de la humanidad de explorarlo todo e intentar entenderlo.