MÁLAGA
Yo, poeta de secano, tiendo labios al
aire
y el esperpento de tierra, la moral
arada
se pierde en la estepa horizontal,
lejana.
Sólo queda espuma, pensamiento,
junto al mar, junto al monte, junto al
cielo.
Leo algún poema del cordobés Juan Bernier (1911-1989), también leo que su obra gira alrededor de su homosexualidad, su efebofilia y la conciencia dolorosa de la singularidad.
Su participación en la Guerra Civil, en el bando franquista, lo saca de su solipsismo y lo arroja a la bestialidad del entorno: “… escribo rendido de marchas y contramarchas y de la emoción de las fatigas del combate. He visto veintitantos heridos rojos en un puesto de la Cruz Roja; heridos que nosotros pasamos a la bayoneta. He cargado muertos en camiones… Hemos robado al pueblo y hemos comido de él, de sus matanzas, de sus gallinas”.
Pero el retorno a la normalidad solo supone la constatación de su marginación, que le hace volver como vencedor para vivir como vencido.