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domingo, 5 de agosto de 2012

Tarea civilizadora

Dedico esta entrada a Eruriel Minai que, a pesar de su juventud -o quizá por ella- nos aporta puntos de vista que no hacen sino activar nuestro cerebro.
La tarea civilizadora ahora pendiente es la urbanización de la espontaneidad instintiva del yo como paso previo a la transformación de este como ciudadano.
El conflicto por la liberación subjetiva ya no es nuestro tema sino que lo es la indolencia que el hombre liberado arrastra lánguidamente por falta de motivaciones, entregado al consumo de mercancías y de afectos mientras nada en el mundo le induce a ser ciudadano, y entre tanto vive en una sociedad sin estar socializado.

7 comentarios:

  1. Me quedo con el final: en realidad, vivimos en sociedad sin estar socializados...

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  2. Buen dilema el de la sociedad. Una eterna puja entre el yo individual y el yo social, ambos tan necesarios y tantas veces incompatibles o con mal casamiento. A veces hay que elegir: o vivir al margen o perder la autonomía y ser absorbido por la voluntad colectiva. Lo ideal sería: encontrar un difícil equilibrio entre ambas partes, o al menos, pactar treguas.

    Por cierto, os he dedicado una entradita en mi blog. Saludos ;)

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    Respuestas
    1. Gracias. La he leído y contestado. Eres una persona muy amable, y educada, yo ando en ello. Tomo nota.
      Saludos.

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    2. Gracias a ti. Hay que devolver los detalles que nos emocionan. Qué menos!

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  3. Me alegra esta entrada ya que en el comentario Eruriel dijo grandes verdades.

    Interesante lo que dices, Pitt, y sin duda estoy muy de acuerdo contigo.
    Te diré que estuve hace dos años en Atapuerca y la gran reflexión final es: debemos ganarnos el calificativo se ser llamados seres humanos, seres evolucionados y hacer profundos cambios en nuestra estructura.
    Allí aprendí mucho, y mirando nuestra sociedad actual, estoy totalmente de acuerdo en que hay pendiente una gran tarea civilizadora.

    Ya no somos grupo, ya no velamos por un bien común, como dices, buscamos satisfacer deseos y afectos, consumimos y hay nulas motivaciones al no ser que vengan por un "golpe de suerte".
    Estamos acomodados a ser individuos individuales, desconfiamos del semejante y excluímos con violencia al distinto.
    Apenas se piensa, mucho menos se reflexiona y casi es imposible actuar e interactuar con el medio, porque te tachan de raro y viene el mono de turno y te pega un palo (entiende mono como semejante, no por primate).

    No, sociabilizados, pocos.
    Asilvestrados, muchos.

    Pero es paradójico: no queremos al grupo pero nos apiñamos en la playa, por ejemplo.
    Miedo. Adoctrinamiento. Instinto...

    Besos

    (Esta entrada da para un foro, qué buena)

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  4. Es todo un honor que me hayas dedicado una reflexión tan interesante como, a mi modo de ver, verídica. Gracias. Eres muy amable.

    En cuanto al tema que se está debatiendo aquí, he de decir que estoy totalmente de acuerdo con Pitt y con Verónica. Sin embargo, cabe añadir que pese a que "vivimos en una sociedad sin estar socializados", como dice Verónica, tendemos a quedarnos en grupo. Siempre nos sentimos más seguros en una calle concurrida que en un callejón oscuro a altas horas de la noche.

    ¿Qué ocurre entonces? Hartos de lidiar con una sociedad propensa a vendarse los ojos con distintos tejidos de ignorancia, nos buscamos nuestros propios grupos. El ejemplo más sencillo se palpa en las tribus urbanas: los góticos buscan a sus semejantes, los gamers buscan a sus semejantes y así sucesivamente. ¿Cuál es el problema? Dentro de esos grupos inconscientemente se establecen más dogmas. Más valores sin cuestionar. Dentro de un grupo en el que se tilda a la humanidad de intolerante, se critica a uno perteneciente al mismo colectivo por salirse un poco de la norma que han prefijado. Algún que otro conocido metalero me ha criticado por escuchar música neoclasica. ¿Qué ocurre entonces? ¿Nos movemos entre galaxias de hipocresía?

    En mi opinión, el problema reside en que, por muy misántropos que nos podamos considerar, tenemos miedo de sentir la soledad. Por es nos aferramos a las similitudes de aquellos que también protestan, por eso nos sentimos plenos y amparados cuando formamos parte de algo. Formar parte. Tener un hogar simbólico. Algo parecido a la familia. De ahí la necesidad de amar nuestros seres queridos.

    En definitiva, lo que verdaderamente hay que aprender es a convivir como hemos dicho anteriormente. Vive y deja vivir. Forma parte de un colectivo, pero no dogmaticemos. En la variedad está el gusto y lo sabemos.

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