como un témpano:
la risa congelada
me delata.
De un extremo
al otro de la rutina
voy.
Podría durar
más de lo que se imaginan
pero soy hielo suicida
que se va derritiendo
en lo que le gusta.
Para cuando llegue
a tu venerado rostro
seré la lágrima,
surgida de una fría escarcha
que parecía indiferente
pero sucumbió en tus ojos”.
César González Páez

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