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viernes, 20 de agosto de 2010

La pastelería

Hay que aprender a entrar en una pastelería. No se puede entrar alocadamente en una pastelería, sobre todo si se trata de una de esas pastelerías con solera del viejo Madrid. Uno se sentirá perdido, desconcertado y humillado si entra a lo loco en una pastelería. Antes de entrar en una pastelería es importante pensar bien lo que uno desea, ensayar un par de frases de saludo y despedida, prever las posibles preguntas que nos harán y barajar las posibles respuestas (con nata, sin nata, con cabello de ángel, sin cabello de ángel). Sólo entonces podemos entrar en la pastelería sin miedo a hacer el ridículo.

5 comentarios:

  1. Cualquier comentario que hiciera yo estaría fuera de lugar, pues, como mucho entro a algún 'panisó' o al horno del pueblo y, siempre a las bravas: Entro con idea de llevarme una barra de pan y salgo con tres "curasanes", y si me descuido también con algunos panes de leche. Supongo que, por donde yo me muevo, ya están acostumbrados a que los catetos pululemos por ahí a nuestras anchas, braceando y sin saber lo que queremos.

    Un cordial saludo. ;)

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  2. aquí pepe. Desde el móvil. No pillo el mensaje oculto.

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  3. Muchos escritores y artistas de todo tipo de arte no ocultan ningún mensaje, se dedican a crear por amor al arte, pero son otros, intelectuales, críticos y visionarios, los que interpretan sus obras mucho más profundamente que sus propios creadores. Pero, Pepe Deapié, eso también ocurre en la economía, y en las simples entradas de un matraco como yo. Mira I. Guerrero que pronto ha pillado el mensaje. Pero, sólo por hacer el idiota, te diré que el mensaje es que cuando entramos en cualquier tema sólo sabemos cuatro cosas, normalmente cuatro tópicos, y si nos hacen profundizar un poco en un asunto concreto, ya no sabemos ni que contestar, hablando de pastelería que pocos saben que significa: napar, escalopar, castigar un jarabe, florones, panade, frapar o mantequilla manie. Por no hablar de quien no distingue un ruso, una bayonesa, un suizo, un marino, una breva, una cristina, y le llama a todo "uno de esos", señalando con el dedo ¡con lo feo que es señalar con el dedo!

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  4. Bueno Pitt, me confieso un auténtico ignorante en temas de pastelería. Desconozco la mitad de las cosas que has nombrado. No había leído la entrada del amigo Guerrero. Por un momento pensé que era alguna especie de juego. Es que me hago mayor y me voy del bolo.

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  5. No me pierde el dulce, pero cuando siento necesidad de comerme uno, procuro buscar siempre una de esas pastelerías con solera, artesanas, de calidad, ni se me ocurre hincarle el diente a una de esas porquerías envasadas. Y desde que pongo el pie en la tienda, ya empiezo a disfrutar con el olor y con la vista. Ni te cuento cuando al fin le doy un bocado a mi adquisición...
    En fin, que no me enrollo más; estoy contigo, hay que saber entrar en una pastelería.

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