Un relato polaco cuenta la historia de un pueblo donde había un pequeño circo cuyo león había muerto repentinamente. El director del circo le preguntó a un pobre anciano judío si podría hacerse pasar por león, y el hombre aceptó, puesto que necesitaba el dinero. El director le dijo:
—Lo único que tienes que hacer es llevar puesta la piel del león y sentarte en la jaula, así la gente creerá que tú eres el león.
Y eso hizo el hombre, diciendo para sí mismo:
—Qué trabajos tan raros he hecho a lo largo de mi vida.
Un ruido interrumpió sus pensamientos. Se volvió justo a tiempo para ver cómo otro león entraba en su jaula y le miraba fijamente con ojos hambrientos. Temblando, encogiéndose, sin saber cómo salvarse, el hombre hizo lo único que le vino a la cabeza: entonar a gritos una oración hebrea. Nada más terminar las primeras y desesperadas palabras, Shema Ysroel (Escucha, oh, Israel)… el otro león se unió a él con adonai elohenu (el Señor nuestro Dios), y los dos leones falsos terminaron juntos la oración.