Seguidores

lunes, 17 de septiembre de 2018

Sacerdote compasivo



Se cuenta que un sacerdote, habiendo conmovido y angustiado a su auditorio con un magistral y espléndido sermón, preocupado por el efecto obtenido, agregó para tranquilizar: "No lloréis hijos míos, podría ser todo mentira".

15 comentarios:

  1. Esas arengas de púlpito eran de terror. Este sacerdote fue tan valiente como para plantearse si las mentiras son necesarias.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Un cura sincero. Por cierto, debías ser lector de la Codorniz, lo digo por esto de:'El blog más audaz para el lector más inteligente'.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro que sí, una clara referencia a todo un referente de la época, jajajajaja, también te diré que era un niño pero más tarde aun se podían leer y comprar de viejo números atrasados, cuando había librería de lance.

      Eliminar
  3. Sin duda alguna esos sermones de antaño daban el fruto que querían tener al pueblo cohibido y lleno de miedos ..
    Un abrazo y feliz comienzo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al menos reconoce que, a pesar de ser tan convincente, puede ser mentira lo que cuenta, jajajajaja.

      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Mira por donde entre tanta palabrería se le escapó una verdad jajajaj.
    Para sermones los de antes,esos aterrorizaban al mas valiente.
    Que casualidad coincidimos en las entradas, la última mía también trata de un sacerdote.Trasmisión de ideas.
    Besos Pitt
    Puri

    ResponderEliminar
  5. :) Si con las mentiras angustia... quizá sea siempre preferible la verdad...

    Mil besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda, pero no la verdad que cree, con o sin mala intención, nuestro interlocutor. Ya es más difícil, ¿verdad?.

      Casi prefiero ver varios puntos de vista, varias opiniones, método científico y después, más que creer una supuesta verdad, deducirla, para sia caso equivocarme con mis propios errores.

      Mil besos.

      Eliminar
  6. Y por qué no???
    Ya dice el Vaticano que el limbo no existe...

    Besos, Pitt.

    ResponderEliminar