Crónica de un sueño
La mansa, descastada y muy blanda corrida de Alcurrucén dio al traste con uno de los carteles estrella de la feria
Todas las miradas de la sociedad democrática estaban puestas en Las Ventas cuando el clarín dejó a las siete de la tarde el portón abierto a la Feria de San Isidro. La Tauromaquia como estandarte de una mayoría silenciosa que colgó el ‘No hay billetes’ como arma contra la censura. Contó la corrida de Alcurrucén de disparidad de hechuras -dentro de un conjunto de buena presencia-, pero de global mansedumbre. Eso sí, con dos toros de opciones. Uno, para Diego Urdiales en una faena de muletazos buenos que no perpetuó en los tendidos; y otro a García Pulido en una confirmación que llegaba con el aval de ser el novillero triunfador de la pasada temporada y la trayectoria de la corrida de su alternativa. Volvió la afición al encuentro con Morante, que no lo vio claro con la espada y estuvo a punto de escuchar los tres avisos. Hay a veces que dos más dos no son cuatro.
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