Si reclinases tu cabeza en mi hombro,
si mi mano buscase tu cintura,
si posase mi frente en tus rodillas,
si tu brazo en mi cuello descansara,
si mis dedos rozaran tus dos labios,
si sintiese tus pechos en mi espalda,
si la carne del uno durmiese
en la carne del otro, y tus cabellos
cantasen en mis ojos su caricia,
si bajaras a mí como una luna
y yo subiese a ti como un ocaso,
si sintieses la eternidad sublime
de ver cómo dos cuerpos sólo son
un cuerpo, un vientre, un fuego y un abismo.
Antonio Colinas.
(Foto: Isabel Muñoz)