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El buñuelo de Navidad
Recuerdo que Tagore decía: "Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros; pero ya no producirá flores ni frutos". Los árboles son un preciado bien que la Naturaleza nos ha donado, un bien del que sólo tenemos el usufructo y por tanto debemos conservar. Durante las navidades lo que hago en mi casa es tener una vela encendida con aroma a pino y que el único árbol de Navidad sea el de la imagen, un sabroso buñuelo, que nos ayuda a la conservación de los otros abetos, de los verdaderos, y a saborear un postre festivo. La comida es placer, habla de deleites, de exquisitez, de sensualidad. Imito la sensación del árbol navideño, porque la comida también trata de sensaciones...
Tenemos que ser respetuosos con el medio ambiente, ser menos egoístas, más generosos, aprender que hasta de las nubes más negras cae agua limpia y fecunda, no vamos a ser menos como seres racionales. Ya sé que es una actividad gastronómica muy sencilla -compleja para mi ignorancia-, pero es mi modesta aportación culinaria y conservacionista a este relato juevero.
Epílogo para los tiquismiquis: Desde luego el resultado de mi obra no es como el de la imagen -sacada de la red- pero no voy a tirar piedras sobre mi tejado, menos siendo de cristal.