Borja Jiménez y Bilbao: una consagración natural.
Tiene Bilbao todavía la condición de consagrar a un torero. De ponerlo en figura o en primera fila. De sonar un triunfo en pleno puerto de montaña del mes de agosto. Ahora, que Las Ventas parece del todo no abrir las puertas de las ferias. Ahora, que un triunfador de la Feria de San Isidro debe esperar a que alguien le de un hueco en un cartel. Ahora, que el toreo deja ser más romántico y lo del ruedo no trasciende como debería en los despachos. Llega Borja Jiménez y se consagra naturalmente y al natural. Puerta Grande por un reglamento vasco irregular en su premio. De dos orejas a un toro en terna, a tres en un mismo festejo a partir del mano a mano. Cuando su figura cruzaba la Puerta Grande bajo la lluvia, la victoria -definida a las 12 de la mañana- del mano a mano estaba determinada. Un excepcional toro de Fuente Ymbro dentro de una corrida preparada y musculada que se movió más con el pecho que con los cuartos traseros en la que Daniel Luque sorteó el lote menos propicio.
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