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lunes, 7 de octubre de 2024

Madrid. Otoño en Las Ventas. Editorial de Mundotoro

 

Otoño en Las Ventas o la Rebelión de las Masas

Editorial del lunes 7 de octubre de 2024



La Feria de Otoño de Madrid alcanzó cotas de emoción que el toreo necesita para llamarse como tal. Si hay una palabra que no necesite de contexto alguno para igualarse a la palabra toreo, es la emoción. Porque ésta provoca en el ser humano la sensibilidad, componente esencial del ser humano y de su inteligencia emocional. Es lo que nos distingue y nos hace distintos a quien jamás sentirá la emoción del toreo. Y es lo que, en una sociedad de sensiblería ágil y veloz, rápida y por tanto sentimiento menor y domesticado, nos hace ver la vida tal y como es (sensibilidad) y nunca como parece que es o como quieren que parezca que es (sensiblería). La reacción del público de Las Ventas, de pie y encarado frente a quienes poseen la verdad de la plaza, fue un acto digno de un capítulo de la ‘Rebelión de las Masas’ de Ortega y Gasset.

La reacción a compás e instantánea, apasionada y desnuda de la mayoría, sin complot de por medio, sin necesidad de punto de reunión, ni de citación por redes sociales, es el toreo. El disparo no fue sólo la dramática cogida de Roca Rey, sino la deshumanización (poco propia de un aficionado al toreo) de un comportamiento de minutos, en los cuales el torero ya se había jugado la vida de forma insistente, al tiempo que la minoría increpaba a alguien, tratando de transformar, convertir, distorsionar verdad desnuda por mentira, entrega por alivio, vida por muerte. Una de esas faenas donde lo auténtico trata de ser desestabilizado y que, casi siempre, termina de la forma que terminó. Lo importante no fue la oreja tras los pinchazos, sino la rebelión de las masas que, de repente, se humanizan encontrado su propia razón de ser individuos que forman parte un colectivo a compás de una sensibilidad.

La reacción a compás e instantánea, apasionada y desnuda de la mayoría, sin complot de por medio, sin necesidad de punto de reunión, ni de citación por redes sociales, es el toreo

Esos minutos de rebelión son los que le faltan a este país llamado España, que tiene en el toreo ese último reducto de componentes humanos que van desde el más básico hasta el más sutil y evolucionado. Es necesario que exista ese reducto de verdad única y de poseedores de lo que es, en su imaginario real, la verdad del toreo. Pero lo es si la llamada ‘masa’, término que deshumaniza al ser humano, es capaz de recobrar su personalidad sensible y emocional como colectivo frente a lo injusto, frente al intento de distorsión del juego entre la vida y la muerte que es el toreo. Trasladado a España como conjunto, nunca hemos vivido tiempos de peor sensiblería, de distorsión de valores, de secuestro de voluntades cuando la política ha anulado la sensibilidad y la ha convertido en sensiblería (al animalito, el perrito, el gatito, el pobrecito, la paterita… todo en diminutivo) en el eje de su comportamiento domesticado y manipulado.

La Feria de Otoño ha tenido cuatro capítulos sublimes. Uno, la elegancia casi de cortesanos de dar un día de homenaje a un histórico llamado Ponce. Un capítulo nada menor en la tarde de la reacción al lado del buen toreo de Tomás Rufo. Misma tarde en la que Román, que se encuentra en el mejor momento de su carrera, volvió a mostrar que le tiene el sitio cogido a Madrid y en la que su toreo partió de la distancia larga. Otro, de realidad cabal para dar todo lo suyo, al toro bravo y bueno, con la corrida de Victoriano del Río sin hacer sangre con los toreros. Otro capítulo de la emoción más auténtica, real, poderosa y quizá ya imposible en el resto de los lugares y situaciones de este país, que fue la de ayer, donde las masas de rebelaron frente a la distorsión de quien manda, porque esa misma mayoría se comporta como masa deshumanizada y sólo sensiblera. Una feria de un calado tremendo por donde se mire, sin una sola puerta grande, pero que ha salido por la Puerta Grande.

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