Se trata de una de las copias del original pintado por Pieter Bruegel el Viejo en 1565 hechas por su hijo, Pieter Brueghel el Joven, a partir de 1601, puesto que la copia del Kunsthistorisches Museum de Viena, que se considera la más antigua de estas copias del hijo, está firmada y fechada ese año. A los pies del espectador se abre un amplio panorama ocupado por una aldea con un canal helado que serpentea entre las casas. A lo lejos, en el horizonte, se recorta el perfil de una ciudad. Sobre el hielo figuran numerosos personajes patinando o jugando al colf, un juego que tiene su origen en el siglo XIII y que hizo furor en el XVII, hasta el punto de que los gobiernos municipales se vieron obligados a publicar numerosas regulaciones para restringirlo a determinadas áreas fuera de la ciudad. Finalmente quedó prohibido. Sobrevivió en Escocia y desde allí volvería al continente en el siglo XIX transformado en el golf actual. La unidad y la exactitud descriptiva invitan a pensar que Pieter Bruegel el Viejo copió un paisaje real. Sin embargo, como es habitual en este pintor, el naturalismo es aparente. El papel preponderante de la jaula de pájaros a los pies del árbol que se eleva en el primer plano y la presencia de los patinadores han llevado a algunos autores a interpretar esta escena como una alegoría moralizante sobre la fragilidad de la existencia humana, que está expuesta a peligrosas trampas.
Es bonito el cuadro.
ResponderEliminarSalu2.
La pintura flamenca es una de las más apreciadas de la historia.
EliminarSaludos.
Estamos expuestos, en cualquier momento nos tienden la trampa.
ResponderEliminar¡Qué buenos eran esos flamencos!
Salud
Dedicada a Francesc la siguiente pintura. Sin trampa. Sólo admiración.
EliminarSalud.