Procusto era según la mitología griega un posadero que vivía en las colinas del Ática. Los desgraciados a los que ofrecía alojamiento eran invitados a tumbarse en su lecho de hierro. Una vez allí, Procusto los amordazaba y ataba a la cama y, a continuación, los estiraba a martillazos si medían menos que él, o les aserraba las piernas si medían más. Ignoramos cuantas víctimas perecieron a manos de Procusto hasta que Teseo, con buen criterio, acabó con él.
Sin embargo, ni Teseo ni nadie ha podido acabar con nuestra propensión igualitaria.
Pero, como es un tema muy largo, solo quiero hacer esta reflexión: tomemos nota del narcisismo de Procusto, no solo quería que todos los humanos fuésemos iguales, sino que debíamos ser iguales a él.
La igualdad llevada al extremo provoca lo contrario, desigualdad y resentimiento. Tratar desigual a los desiguales, tal como escribió Isahia Berlin, garantiza menos abusos y arbitrariedades que pasar todos, listos y tontos, cuerdos y locos por el mismo rasero.
ResponderEliminarSiempre se aplica a voluntad, incluso hay que lleva por bandera la tolerancia referida solo a si mismo. Ya es viejo: A Dios rogando y con el mazo dando.
EliminarSaludos.
Que buena reflexión nos dejas. Ello me hace pensar que la igualdad llevada a extremos como hacia Procusto NO es tal, porque por mucho que serrara o alargará nunca llegaría a ser semejantes a él (por suerte). Así pues todo lo que sea extremo no es bueno para nadie y para que nos refresque la memoria vamos a dejar lo que dice el diccionario ...
ResponderEliminarLa igualdad entre los seres humanos se considera un derechos en muchas culturas, aunque en muchas ocasiones no existe igualdad debido, entre otros, a factores económicos, raciales o religiosos.
Un fuerte abrazo y ya de paso feliz fin de semana!!
Siempre me encanta leer vuestros comentarios, muchas gracias, Campi.
EliminarFuerte abrazo.
Pero hay un pequeño detalle a tener en cuenta, y que no es nimio, la cama tenía un mecanismo móvil, que se alargaba o se hacia más corta dependiendo del individuo que se acostara en ella, con lo que nunca, por deseo de Damastes (Procusto era el mote -el estirador-), nadie cumplía el objetivo, y todos estaban de una forma u otra, condenados.
ResponderEliminarA Procusto lo que realmente le importaba es que se asemejaran a él, que le hicieran sombra, vamos, y por eso no dejaba a nadie ileso.
Esto lo podemos trasladar al día de hoy. Hay desde las sombras quien a semejanza de Procusto, mina todo aquello que le parece que le hace sombra, le quita el espacio, le roba imagen o le secuestra portadas, y a la par que Procusto, el estirador, aunque comulguen en un mismo pacto, Procusto es capaz de romperlo desde dentro, porque su narcisismo es tan grande que le impide pensar en los demás.
salut
Muchas gracias por la aclaración y desarrollo de la idea, veo que encaja perfectmente con el carácter del amo de Podemos, Iglesias, que ya tomó el poder 'a la búlgara' y, como Damastes, se deshizo de los anticapitalistas y errejonistas, entronizándose como amado lider indiscutido, incluso amarrada su sucesión, Irene Montero. Al amparo de la libertad de expresión imagino que, sin descalabrar a nadie con adoquines, intentaremos hacer reflexionar a alguien, intento que ya declaro que considero baldío porque los fanáticos no atienden a razones.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, como siempre brillante.
Salut.
Equidad, que da más de sí.
ResponderEliminarAdelante con tu cruzada. Igual un día rapeas
Mi cruzada es la lucha contra la gilipollez. Y contra los adoctrinadores. Poco hay que pensar para saber de donde vienen estos barros.
EliminarAdelante, igual un día eres diputado.
Saludos.
Como siempre,acertado.
ResponderEliminarMe encantaría poder rebatirte, pero no puedo sino estar de acuerdo.
Una vez más, un enorme placer leerte.
Un abrazo
Vas a tener que rebatirme, jajajajaja, porque parece que estos comentarios tuyos los escribo yo, jajajajaja.
EliminarMuchas gracias, fernando, un fuerte abrazo.