La duquesa Pámfila de Castis era una de esas aves que tanto
escasean y pasará sin duda alguna a la Historia como una mujer exquisitamente
original, única y asombrosa por el ingenio que invirtió en la noble actividad
de pasmar a cuantos la rodeaban. A pesar de haber sobrepasado ya la temible
barrera de los cuarenta años, Pámfila no había perdido un ápice de su
proverbial belleza; sabía además –porque su mente funcionaba tan bien como sus
sentidos y sus encantos físicos- que no basta la hermosura del cuerpo para
encandilar a un amante y obnubilarle la razón. Cultivó por ello su mente y
aguzó pérfidamente el ingenio, arma a menudo más eficaz que unas buenas
proporciones pectorales. Una larga experiencia corroboraba su conocimiento
intuitivo de las leyes cambiantes y las tretas del amor.
Serafín, el cocinero de la duquesa, fiel servidor de la casa desde
hacía mucho tiempo, y una trayectoria gastronómica jalonada de un sinfín de
aciertos y sorpresas, se había convertido, con el paso de los años, en un
elemento imprescindible en la estrategia de seducción de Pámfila de Castis. La
duquesa prestaba una atención desmedida a la composición de los manjares con
los que agasajaba a sus amantes, puesto que abrigaba la firme convicción de que
un festín exquisito, estéticamente bien urdido y sutilmente afrodisíaco, tiene
el mágico poder de ocultar las arrugas de la anfitriona. Cuando Pámfila dejaba
de amar a un hombre, o simplemente se hartaba de él, su acta de divorcio era
terriblemente original: ese día, en lugar de invitar al amante en cuestión a degustar
delicados manjares, ordenaba a Serafín que preparara un tosco puré de patatas y
una butifarra descuidadamente cocinada. Como semejante extravagancia se había
convertido ya en una sólida tradición, que cotilleo s y amantes despechados
habían difundido ampliamente, ningún hombre se llamaba a engaño cuando se
encontraba ante la temida butifarra.
Muchos de ellos ni siquiera probaban aquella fatídica comida y, silenciosos y cabizbajos, se alejaban de Pámfila, una mujer extraordinariamente original. Pero, por fortuna, las cosas no siempre se ajustaron a la rutina; un buen día, uno de los hombres despechados por vía de la comida significativa tuvo la feliz ocurrencia de propulsar butifarra y puré contra el rostro de Pámfila, quien, en lugar de enfurecerse y expulsarlo de su hogar, sonrió divertida ante tamaña osadía, se reconcilió inmediatamente con él y llamó a Serafín para que preparara una crema de cangrejos a la parisienne, lenguados al champagne y delicados hojaldres rellenos de frutas exóticas, todo ello acompañado con los mejores vinos y licores.
Curiosa anécdota.
ResponderEliminarBesos.
Con este libro de relatos breves ganó la autora el Premio Sonrisa Vertical en 1986.
EliminarBesos.
Esto indica que a las mujeres nos gustan los hombres con personalidad. Todo en su justa medida. La anécdota está genial. Un besico Pitt.
ResponderEliminarJajajajaja, pueder ser. Un besico, Campi.
EliminarCuando un menú con butifarra se convierte en un instrumento, la razón y la pasión decaen.
ResponderEliminarSalud.
Francesc Cornadó
Nota. El comentario anterior lo he eliminado porque faltaba una coma.
Jajajajajaja, decaen.
EliminarSalud.
Una anécdota muy divertida.
ResponderEliminarCuando dicen: que la comida entra por los ojos y al hombre se le conquista por el estómago. Por algo será :-)
Saludos.
Aquí lo llevaba a su másximo exponente.
EliminarSaludos.
La butifarra siempre ha tenido mala prensa, no me extraña.
ResponderEliminarSalut
Quien sabe si la palabras "farra", como juerga, no viene de butifarra.
EliminarSalud.
Muy chulo el cuento Pitt. Ellla muy intuitiva cuando algo mal va, cambia de parecer y vuelve hacer carantoñas al hombre con la comida. Dos lobos hambrientos de placer que hacen lo imposible por no romper el juego amoroso. Dos caracteres iguales que ninguno de ellos se achantó.
ResponderEliminarAbrazos
Improvisando, jajajajaja.
EliminarAbrazos.
Qué listo era el amante Pitt. A eso lo llamo yo dar un giro de tuerca, ja ja. Hubiese sido fantástico, que también le hubiese arrojoado los exquisitos manjares y se hubiese ido en busca de otra amante menos "original", ja ja. Besos :D
ResponderEliminarYo creo que le salió del alma, jajajajaja.
EliminarBesos.