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domingo, 8 de enero de 2012

Café Central



Un grupo de amigos cuarentones se encuentran para elegir el sitio donde van a cenar todos juntos. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque las camareras son guapas, llevan minifalda y escotes generosos.

Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú es muy bueno y hay una magnífica carta de vinos.

Diez años después, los mismos amigos, ya sesentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque es un sitio tranquilo, sin ruidos y tiene salón para no fumadores.

Diez años después, los mismos amigos, ya setentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tiene acceso para minusválidos e incluso hay ascensor.

Diez años después, los mismos amigos, ya octogenarios, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coinciden en que es una gran idea porque nunca han cenado allí.

6 comentarios:

  1. ja,ja,ja, es cruel como la vida misma. A los 80 vuelve la inocencia y la pizarra en blanco. Lástima que ya no se llena.

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  2. Touché!
    Solo me quedan tres párrafos y pico...

    Salu2

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  3. Ajajá, esta entrada me suena...
    Muy buena, claro que sí, la vejez vista con sentido del humor y mira que es difícil.
    Besos.

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  4. Sí. Qué verdad es que el hombre camina a 4 patas de pequeño, a dos de adulto y a 3 de viejo.

    Buen chiste.

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  5. Jajaja! Muy bueno! Me reiré ahora porque si no cuando sea octogenaria no me acordaré de haber leído esto.
    Besoss

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  6. Un carcajada bien amplia, mientras todavía tengo mis dientes. Jajajajaja. Aunque te diré, los de después también lo serán... No creo que vaya a traer dientes prestados, serán míos ¡seguro que sí! jajaja.
    Besos.

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