Es muy probable que este título de la entrada esté repetido porque es un tema recurrente en el blog y es sabido que todos nos interesamos, a veces incluso presumimos, de aquello que carecemos.
La sabiduría no se transmite, es menester que la descubra uno mismo después de un recorrido que nadie puede hacer en nuestro lugar, y que no nos puede evitar nadie, porque es una manera de ver las cosas.
Efectivamente, querido Pitt, la sabiduría no se transmite. Aunque en mi humilde opinión sí se puede transmitir la pasión por el conocimiento, y la curiosidad de conocer (o al menos, eso quiero creer, quizá porque lo intento a diario con toda la ilusión del mundo, cuestión de oficio).
ResponderEliminarEl resto del camino ha de hacerlo uno mismo, pero si se tiene la gran suerte de dar con alguien que despierte en uno ese gusanillo por aprender y conocer, el resto casi sale solo.
Feliz tarde de sábado, Pitt.
Efectivamente. Y además es algo que no se acaba de alcanzar nunca del todo del mismo modo que el futuro nunca acaba de llegar. Los absolutos no están hechos para nosotros, pequeñas y efímeras criaturas.
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ResponderEliminar¡Vaya comentario! parece fácil, la inteligencia y la virtud son parámetros de la sabiduría, se necesitan los dos y luego podemos echarle unas gotas de cultura, y un largo camino para ir adquiriendo practica.
Saltos y brincos
Yo creo que la sabiduría se adquiere con la mezcla de unos ingredientes muy interesantes, como la inteligencia, el conocimiento, la experiencia... menudo guiso hacía yo con todo eso jajajaja.
ResponderEliminarEspero que estés disfrutando del sábado querido Pitt.
Besos.
Ya sabes lo que se dice: más sabe el demonio por viejo que por demonio.
ResponderEliminarDe acuerdo en que la sabiduría, es un modo de ver las cosas y en que es un recorrido que debe hacer uno mismo. Agregaría que tiene que ver más con la afectividad que con el intelecto. Una excelente formación intelectual no garantiza una comprensión de la vida, propia de una persona afectivamente adulta; el personaje de TV, Sheldon Cooper es un buen ejemplo. Tampoco garantiza valores morales. Es posible que alguien se desarrolle por años en varios aspectos: intelectuales y físicos, quedando en la primera infancia en lo afectivo. En algunos casos, es preciso sanar heridas afectivas para continuar el desarrollo afectivo; y la parte afectiva de nuestra psiquis, cuando tiene heridas muy profundas, se prolonga en heridas espirituales que son una parte aún más profunda de nuestro ser. También he experimentado que algunas situaciones no se llegan a comprender o visualizar realmente, hasta que se está preparada(o) para eso; es algo semejante al crecimiento de una planta que no crecerá ni florecerá más en algún lapso de tiempo y clima porque se le agregue exceso de agua. Lo mismo con la aceptación de algunas máximas que pueden sublevar cuando se es joven y comprenderlas mucho después, un ejemplo de sabiduría popular: "¡Qué se le va a hacer al dolor, cuando pegarle es peor!"
ResponderEliminarDe forma semejante, se puede llegar más temprano en la vida o muy tarde, con la ayuda de alguna formación, a comprender que el perdón es un acto de la voluntad y no un sentimiento; y que no perdonar nos hace mal a nosotros mismos, agría nuestro ánimo, pudiendo incluso enfermar físicamente por esa causa. Mi experiencia confirma que el perdón debe dirigirse a Dios. Es necesario haber sanado heridas afectivas, al menos hasta cierto punto; y haber llegado realmente a internalizar que Dios me ama a mí, no sólo a todos, quizás no a mí; para poder llegar a decir: "¡Oh Maestro, que no me empeñe tanto en ser comprendido sino en comprender...!". Y así, se podría seguir largamente en diferentes aspectos, también es un proceso que no termina mientras estemos vivos.
Un cariñoso saludo.
Sabia reflexión!
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