Si en el mundo de la tauromaquia Sánchez Mejías, sin llegar
a ser un diestro de época como lo fueron su cuñado Gallito o Juan
Belmonte, fue una importante figura cuyos méritos se asentaban en
el valor sin alivios, el pundonor y el coraje, la búsqueda del riesgo,
la audacia y el oficio bien aprendido (“todo menos la gracia”, en
expresión del mismo Romero Murube), en los demás dominios vitales se revelaría asimismo como hombre de arrolladora personalidad,
alumbrador de sugerentes ideas y de atrevidas iniciativas todas ellas
muy poco convencionales.
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