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miércoles, 15 de noviembre de 2023

El silencio de las zapatillas de Cataluña (y parte de España).

 No está de más recordar el texto de Martin NIEMÖLLER: Las botas y las zapatillas. Y aplicarlo a Cataluña. Por José Crespo


El silencio de las zapatillas es más peligroso que el ruido de las botas. Martin NIEMÖLLER (1892-1984).

Un hombre cuya familia formaba parte de la aristocracia alemana, antes de la segunda guerra mundial, poseía varias grandes fábricas y propiedades Cuando se le preguntaba cuántos alemanes eran verdaderamente nazis, daba una respuesta que puede servirnos de guía sobre nuestra actitud respecto del fanatismo.

Pocas personas son verdaderos nazis, decía, pero son numerosas las que se felicitan del retorno del orgullo alemán, y aún más numerosas las que están demasiado ocupadas para prestar atención. Y continúa:  Yo era uno de los que pensaban simplemente que los nazis eran una banda de locos. Así la mayoría de limitó a mirar y dejar hacer. De pronto, antes de reparar en ello, eran nuestros amos, habíamos perdido toda la libertad de maniobra y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo, yo acabé en un campo de concentración y los aliados destruyeron mis fábricas.



La Rusia comunista estaba compuesta sencillamente de rusos que querían simplemente vivir en paz, pese a que los comunistas rusos hayan sido los responsables del asesinato de alrededor de veinte millones de personas. A la mayoría pacífica no le concernía.

La inmensa población china era, también, pacífica, pero los comunistas chinos llegaron a matar la cifra escalofriante de setenta millones de personas.

El japonés medio, antes de la segunda guerra mundial, no era un belicista sádico. El Japón, sin embargo, sembró su ruta a través del sudeste asiático, de asesinatos y carnicerías en una orgía de muerte incluyendo la exterminación sistemática de doce millones de civiles chinos, muertos, la mayoría, a golpes de espada, de pala o de bayoneta.

¿Y quién puede olvidar Ruanda, que se convirtió en una carnicería? ¿No hubiéramos podido afirmar que la mayoría de los ruandeses estaba a favor de la Paz y el Amor?

Las lecciones de la Historia son, con frecuencia, increíblemente sencillas y brutales. Sin embargo, pese a todas nuestras facultades de raciocinio, pasamos con frecuencia junto a cosas de los más elementales y mínimamente complicadas: los musulmanes pacíficos se han convertido en inconsecuentes debido a su silencio.

Hoy, expertos y cabezas bien pensantes, no dejan de repetir que el Islam es la religión de la paz y que la inmensa mayoría de musulmanes no desea sino vivir en paz. Incluso si esta afirmación gratuita fuera cierta, está absolutamente infundada. No es más que una falacia desprovista de todo sentido, destinada a tranquilizarnos y, de algún modo, a atenuar el espectro del fanatismo que invade el Mundo en nombre del Islam.
El hecho es que los fanáticos gobiernan actualmente el Islam. Son los fanáticos quienes desfilan. Son los fanáticos quienes financian cada uno de los cincuenta conflictos armados por el mundo. Son los fanáticos quienes asesinan sistemáticamente a cristianos y grupos tribales en África y meten poco a poco mano en el continente entero, a través de una ola de islamismo.

Son los fanáticos quienes ponen bombas, decapitan, masacran o cometen crímenes en nombre del honor. Son los fanáticos quienes toman el control de las mezquitas, una tras otra. Son los fanáticos quienes predican con celo la lapidación y el ahorcamiento de víctimas de violación y de homosexuales. La realidad, brutal y cuantificable, es que la mayoría pacífica, la mayoría silenciosa es ajena y esconde la cabeza.

Los musulmanes pacíficos se volverán enemigos nuestros si no reaccionan, porque, como mi amigo alemán, se despertarán un día para comprobar que son la proa de los fanáticos y que el fin de su mundo habrá comenzado.

Alemanes, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, albaneses, afganos, iraquíes, palestinos, nigerianos, argelinos, (y coreanos del norte no nos olvidemos de ellos), todos partidarios de la Paz, y muchos otros pueblos han muerto porque la mayoría pacífica no ha reaccionado antes de que fuera demasiado tarde.

En cuanto a nosotros, que contemplamos todo ésto, debemos prestar atención al único grupo verdaderamente importante que amenaza nuestro modo de vida: los fanáticos.

Y también, a riesgo de chocar con los que no creen que el asunto sea tan serio pasarán por encima de esta meditación sin querer complicarse la vida contribuyendo sin darse cuenta a que con la pasividad se propicie la expansión del problema.

Debemos meditar, reflexionar y compartir nuestra meditación. Cuando vinieron por los comunistas, no protesté porque yo no soy comunista. Cuando vinieron por los judíos, no protesté porque yo no soy judío. Cuando vinieron por los sindicalistas, no protesté porque no soy sindicalista. Cuando vinieron por los católicos, no protesté porque yo no soy católico. Y cuando han venido por mí, no queda nadie para protestar.

Texto de Martin NIEMÖLLER (1892-1984), pastor protestante detenido en 1937 y enviado al campo de concentración de Sachsenhausen. Fue transferido en 1941 al campo de concentración de Dachau. Liberado en 1945 tras la caída del régimen nazi.

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