Los éxitos de la Feria de Abril que certifican cambios… y un problema.
La Feria de Sevilla obtiene un saldo positivo. Muy positivo y confirmando una serie de realidades ya innegable. En lo negativo: que el problema del toro ya no se visualiza solo en Madrid. En Sevilla, con grandes toros y hasta corridas, ha salido una variopinta presencia de toros aptos para Jerez, para Sevilla y alguno por arriba. Esto en cuanto al “tamaño”, porque en hechuras, ha salido el feo en proporción que no gusta. El feo terciado y el feo grande. La alarma lanzada por la RUCTL este año (con más de una temporada de retraso sobre el problema) no eran fuegos de artificio. Y la realidad es que la gran mayoría del público ha aceptado esta realidad con el toro. Que cuando embiste deja su cuerpo y morfología en un segundo plano.
Hay una realidad incuestionable más. El público. La mayoría de los triunfos de este año no serían los mismos con el público de hace dos décadas. El cambio y la evolución hacia un público más itinerante, no de todos los días sino de algunos días, que convive con el núcleo de afines diarios es más que evidente. Basta con decir que en Sevilla convive un mínimo proporcional de abonados, algo más de 2.000, junto al público y aficionados que compran entradas para algunas tardes. Esta convivencia de modos de ver y sentir el toreo es una realidad. Todas ellas no sólo válidas, sino inamovibles. Esta es la sociedad que hay y bendita sea esta sociedad si llena las plazas. El poder del AVE en Sevilla y los cambios generacionales (público más joven) han concluido en este cambio.
Son dos modelos radicalmente distintos. Madrid es, fundamentalmente, abono temporada, y Sevilla es feria
Cada año que pasa, Sevilla es más feria y más fiesta, algo que no sólo tiene connotaciones de negatividad, sino que es base del pulmón y músculo de la feria. Muy al contrario que Madrid y Las Ventas donde la ausencia de feria mete a San isidro en el contexto laboral de una gran ciudad en donde el trabajo de comunicación y de venta pasa, primero, por lograr un abono extenso de fieles, habida cuenta de que el público llamado “de aluvión” o transitorio, es mucho menor. Son dos modelos radicalmente distintos. Madrid es, fundamentalmente, abono temporada, y Sevilla es feria.
En lo ganadero, la corrida de Santiago Domecq se eleva por el resto, dentro de un ciclo muy positivo. La insistencia de Daniel Luque, la reafirmación de Perera o el bis de Ventura son oros hechos relevantes. Por encima de los triunfos de Puerta del Príncipe, hay que destacar el tirón emocional de Roca Rey, capaz de cambiar las percepciones de dos públicos distintos. El del día de Victorino, compuesto de una vara de medir cuasi vengativa por el asunto Luque, y el del sábado de feria, más en la corriente de valorar todo sin mirar contextos ni condiciones. Esto es consecuencia de dos cosas, del poder de Roca Rey, pero también, de los públicos distintos en la misma plaza y feria, dependiendo del día.
Gestos de valor como el de Escribano, la sensatez torera de Castella, lo que Morante dejó sin una sola embestida, los triunfos de Emilio de Justo y David de Miranda, el toreo aplomado de Borja Jiménez, la obra de El Cid, las faenas exquisitas de toreo sutil de Urdiales y Pablo Aguado, así como la dura tarde de Miura, en la que Esaú, Escribano y El Fandi dieron una buena actuación. Todo ello, no pueden ocultar que la faena de la feria, que se llevará todos los premios, la hizo Juan Ortega, un toreo que (más allá de esa faena) ha logrado mantener intacto su instinto natural por lo despacio al tiempo que es capaz de solventar de forma torera la papeleta del toro menos válido. Una forma de crecer que lo coloca en otro lugar. Ahora, una especie de descanso hasta la feria de las ferias, la de San Isidro.
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