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martes, 9 de abril de 2024

Por qué es difícil, siendo fácil, hablar bien de toros. Editorial de Mundotoro

 

Por qué es difícil, siendo fácil, hablar bien de toros

Editorial del lunes 8 de abril de 2024. Mundotoro



Hubo este domingo corrida de toros en Sevilla, en La Maestranza. Una corrida distinta, y por tanto, distinguida. Alrededor de la corrida de Bohórquez con cartel sevillano, tertulias antes y después, hablar de toros a chorros, antes, durante y después en un contexto muy sevillano por muy de toreros de todo tipo, banderilleros, picadores, ganaderos… eso que dan o daban a Sevilla el óleo, pero más él vienen. Y los silencios de muerte y entierro que nadie quiere. Una corrida como dada por marginal recogió esos pedazos de un ecosistema del toreo medio perdidos y dispersos, justo antes de que comience el serial continuado en esa joya a donde los toreros acuden a favor de querencia.

La corrida inicial recuperó eso que se necesita porque es alma, y es raíz, y es seña de identidad, y es y forma parte del toreo. Hay una tendencia en varios lugares de irse a las playas en donde quedaron varados restos del naufragio del toreo y sus ambientes y sus personas y sus hablares. El toreo aún es el planeta que vive o quiere vivir al margen de ese barro que sólo ensucia, el que no sirve a los artesanos. Al margen del cainismo social político de una España de corta educación y escaso saber estar. Al margen de lo feo, porque el toreo rechaza lo feo entendido este como el gusto pésimo por la mala educación. Porque el toreo, incluso el toreo golfo en todas sus ramas, tiene educación, un saber estar, la rapidez de la frase inteligente y el gesto sin frase que lapida más que la frase lapidaria.

No se trata de recrear de forma artificial e impostada esos pequeños ecosistemas de pre y post corrida, sino de recoger de nuevo lo que queda de ello, que siempre formó parte muy importante del toreo. Eso es cultura. Esa es la cultura real. Ese hablar de toros a calzón quitado o puesto, depende, más para interpretar lo que se escucha que para digerirlo al pie de la letra, insinuante, metafórico, lúcido y cabal, ingenioso y profundo. Hablar de toros cuando se habla bien de toros es como escuchar una música o un cante o escuchar llover cuando no hay agua, o escuchar lo que da compás a la vida, lo que alienta eso que no sacia la mesa más distinguida. En una buena mesa de toros de primero hay hablar y de postre más hablar y ya veremos quien paga. De eso se trataba y de eso se trata. Qué difícil es escuchar hablar bien de toros: la gramática y la literatura, la filosofía y hasta la poesía más pura que exista.

El toreo sigue siendo ese planeta del tamaño que sea, en donde los movimientos de traslación y rotación son y seguirán siendo el hablar bien de toros

Sevilla ha de recuperar eso, y Madrid, también. Lo están intentando hacer algunos en esquinas, rincones, casas, bares u otros lugares en donde se admita que los tiempos cambian, pero con un por favor. En donde se admita que los tiempos varían veloces, pero reduciendo esa velocidad. En donde se admita y hasta se congratule de la vida viva que tiene el toreo dentro de esta versión social tan nueva como innegable, con los jóvenes deseando ir a los toros y saltar al ruedo a sacar en hombros a los toreros. No hablamos de esas cansinas sentencias inmovilistas que dicen que Madrid no es lo que era o que Sevilla no es lo que era. Esas sentencias las venimos escuchando desde que el mundo es mundo y es tan mentira como el mundo y el toreo sentenciado a muerte tantas veces.

Ni se trata tampoco de echar en cuenta esos otros alrededores del toreo en las redes sociales que ni son redes ni son sociales, sino porterías de porteros que no saben lo que es ser portero de una finca, que callaban las llegadas y salidas de por la noche porque quien sale y quien entra es algo que solo interesa a los que abren la puerta. Mucho menos se trata de engolar con voz de tonto profundo (una cosa es la profundidad de la voz y otra ser profundo) nombres y fechas y datos del hilo negro que nadie discute porque a nadie le importan.

El toreo sigue siendo ese planeta del tamaño que sea, en donde los movimientos de traslación y rotación son y seguirán siendo el hablar bien de toros. Y escuchar ese hablar bien de toros. Y la media sonrisa donde caben cinco frases enteras, o el gesto de noniná que es todo un libro de pensamientos. Hay corridas como las del domingo en Sevilla que llevan aún en los pies la arena fina de playa, donde algunos persisten en darse una vuelta para recoger esos pedazos del toreo que naufragaron en tremenda batalla contra los tiempos. Mejor dicho, contra ciertas personas de los nuevos tiempos. Que el tiempo ni su paso no tiene culpa de nada. Hablar bien de toros es esa como esa especie en vías de extinción que sabe que existía. Qué difícil es encontrar ese hablar. Siendo tan fácil: basta con alguien educado para escuchar sin ínfulas de sabelotodo, negacionistas del futuro o simples neotaurinos de lenguaje extraño. Léase chuflas

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