VINCENT BOUGET
Defensa de la Tauromaquia en Francia
Dentro de los argumentos empleados para prohibir la corrida hay mucha ignorancia y desconocimiento de lo que es y significa la tauromaquia. Cuando Nîmes se disponía a celebrar su Feria de la Vendimia, volvió a sonar el eco de una maldita propuesta de ley: Abolir la corrida de toros en Francia.
Pero una voz se alzó contra esa demonización de la fiesta taurina: la de Vincent Bouget, el consejero municipal de Nîmes, que firmó una tribuna compartida en las redes sociales. El consejero de Nîmes, también consejero departamental du Gard, se erigía claramente en contra de esta propuesta de ley que, si era adoptada, llegaría a permitir la desaparición de una cultura, minoritaria claro, pero vivaz ... y sin progreso cara a la causa animal, ambiental, de la humanidad tampoco.
Elegido en un departamento donde la cultura taurina está anclada desde décadas es preciso que el debate que se abrirá, sin duda, en la Asamblea Nacional se haga ''en connaissance de cause'' , con conocimiento de causa, sabiendo de qué se habla, obrar con entero conocimiento, en acecho con los actores de la cultura taurina en sus distintos aspectos: corrida, course camarguesa, el salto de toros y caballos. También con las distintas poblaciones locales que construyeron parte de su personalidad en sus relaciones con sus toros. También artistas, gentes cultas que, en su expresión propia en literatura, pintura, música... entregaron y entregan todavía a la corrida su dimensión estética entera, mandadera de valores estéticas y humanos.
En su escrito, Bouguet invitó a todos los parlamentarios que lo deseasen a que se acercasen a todos estos actores que dan forma a este espectáculo para entender, comprender lo que a través de la existencia o desaparición de la corrida se juega verdaderamente.
Dentro de los argumentos usados para prohibir la corrida aparece mucha ignorancia de lo que es verdaderamente, nada anormal: la corrida en Francia está implantada en un número limitado de regiones: Occitania, Nueva Aquitania, Provence-Alpes- Côte d'Azur y todos los departamentos de estas regiones no se sienten concernidos.
El tema, cierto, es difícil, controvertido y, explicaba Bouguet, “lo entiendo perfectamente: la corrida se acaba con la muerte, en público, del toro. Final necesario”. Todos los aficionados entienden o deben de entender que, para miles de personas, la idea misma de ver o imaginar el combate de un animal lesionado, herido es insoportable. Es cuestión de sensibilidad y de compasión: ningún aficionado y son miles y miles cada año en Nîmes, Alès, Arles, Béziers, Céret, Dax, Bayonne, Vic Fezensac...y otras plazas van asistir a una corrida para satisfacer el deseo malsano de ver sufrir a un animal.
Por esta razón ningún estudio pudo demostrar que el espectáculo de la corrida iba acompañado de un relato de violencias, de comportamientos agresivos cara a hombres, animales. Al revés.
Es falso afirmar que este espectáculo podría provocar trastornos en los niños presenciando una corrida. También y al revés somos nosotros que vamos buscando en este espectáculo la emoción y la admiración que sale de un combate donde actores, hombre y animal, en un encuentro único y por definición, sin día siguiente ofrecen lo mejor de si mismo al expresar su bravura.
El consejero muncipal nimeño lo dejó bien claro: “Lo digo con solemnidad y convicción, la corrida no consiste en torturar un animal sin defensa, al revés oponer un animal acostumbrado al combate, que reacciona, a cada herida no huyendo pero multiplicando sus ataques. Varas, banderillas, espada todas las lesiones impuestas al toro lo son de cara a cara, enfrentado se con las astas. El torero no tiene derecho de dar la muerte si no empeña su propia vida”.
Estamos a miles de leguas de la muerte mecanizada y industrial, a la cadena en los mataderos, una muerte glacial, silenciosa, tapada, vergonzosa. Aquí, al revés, lo que se busca es la posibilidad ofrecida al toro de expresarse totalmente a la luz de su temperamento de combatiente nacido de la genética, de sus cuatro o cinco años en ganadería, ejemplo mismo de una vida animal ideal y respetuosa.
Las ganaderías de España, Portugal, Francia, América son espacios de libertad, hasta codificar un número de toro por hectárea, no más de tres, de modo que cada individuo toro tenga el espacio necesario para desarrollar su natura profunda en un contacto a mínimo con el hombre antes de su encuentro, único y efímero, con el toro en la plaza sin amaestramiento previo.
“Lo digo –especificó Bouguet– sin sentido provocatorio, tampoco paradójico: criar toros de lidia a finalidad de corrida es, a nivel de relaciones entre hombre y animal, sin duda, la más respetuosa. Seamos bien claros, sin rodeos: la prohibición de la corrida se traducirá en la desaparición de las ganaderías sin los recursos económicos necesarios al mantenimiento de los animales, a su subsistencia, su reproducción interrumpida. Futuro: el matadero.
Estamos a punto de asistir a los gritos de alegría de los anti-corrida convencidos de poner un punto final a lo que califican ignorancia crasa, carnicería, cuando miles de toros están esperarán su turno por el matadero. Llegaremos a este súmmum de hipocresía: ¿la muerte ocultada es más aceptada?”
El toro de lidia, el un animal particular, ni domesticado ni salvaje pero agresivo si uno piso lo que ha definido como su territorio.
En su ignorancia unos oponen a la corrida la ''Course Camarguaise'' donde no se mata el toro. No se trata de la misma raza, menos agresiva, más pequeña, las astas dirigidas por todo alto. No se puede utilizar un toro bravo de raza española de 500 o 600 kilos en una corrida camarguesa.
En cuanto a la supresión de la muerte del toro de lidia al final de una corrida es imposible: el animal no puede ser lidiado dos veces. Sabe todo desde el principio, desde el encuentro con el matador. Al no matar el toro en la plaza quedaría el desenlace al matadero.
Por fin y no es aspecto de menos importancia defender los toros y sus ganaderías es también un combate ecológico. Defender la corrida es defender una de las últimas formas de crianza extensiva en Europa, donde, repito, este animal dispone de 1 a 3 hectáreas por cabeza.
Esta crianza extensiva preservada de la mecanización al ultranza gracias a la abnegación, el amor del toro, de unos pocos ganaderos se realiza en reservas ecológicas , incomparables de flora y fauna al semejante de los grandes parques a naturaleza protegida. Suprimir la corrida es poner un punto final a estos espacios prometiendo les a la agricultura intensiva o industrial.
¿Tendremos que asistir, sufrir los gritos de alegría de los antis convencidos de haber acabado con lo que llaman la carnicería mientras miles de toros esperan su turno al matadero? ¿Llegaremos a tal hipocresía? ¿Más aceptada la muerte cuando está tapada?
El toro de lidia es otro toro y la corrida es una cultura: la del combate colocado en expresión estética por los colores, la elegancia, la música, la gracia.
La corrida no se enfrenta con la luz del sol al encuentro entre humanidad y animalidad reunidos en un enfrentamiento lleno de vida, fuerza, respeto donde se asuma, sublimando el trágico final. Nada de arcanos, la corrida expone todo a todos, nos enfrente a una parte esencial de la verdad que somos. La corrida merece ser mirada cara a cara, como lo hicieron inmensos artistas de Goya a Picasso, Hemingway a Orson Welles... como ellos amo la corrida.
“Entiendo y respeto –finalizaba Boguet–, los que no la comparten conmigo, espero la discusión necesaria anunciando se que nos permite debatir para intentar dialogar, llegar a entendernos”.
Texto: Jean Claude Lorant-Raze (Avance Taurino)