Una borrachera sin alcohol
Crónica de la corrida de San Fermín de Pamplona
Venían los mozos de las peñas con las voces a tono para desgañitarse con su amplio repertorio después de brotar desde el cielo agua y piedra en partes iguales. El fantasma de una nueva suspensión sobrevoló la capital por unos instantes a una hora de empezar el festejo. La gran nocturnidad a las cinco de la tarde. Salió el sol y con él, el jolgorio se mantuvo a unos niveles abismales durante toda la corrida. Había que disfrutar de la tregua…, aunque el resultado diera igual. Y como en toda buena fiesta, hubo de todo, hasta el hartazgo. Pero fue una borrachera sin alcohol. Todos fueron felices, aunque el fallo con el acero impidió pasear varias trofeos. Tantos que, de estar acertados a espadas, muy posiblemente Manuel Escribano y Leo Valadez hubieran salido en hombros. Y eso que la corrida de La Palmosilla, desigual de presencia y de juego -algunos toros tuvieron condiciones-, no rindiera al nivel de otro años. Tarde de toreros –Rafaelillo completaba el cartel- por encima de los astados.
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