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lunes, 21 de agosto de 2023

Pelea de toros de Victorino en la finca "Las Tiesas de Santa María"

 


El campo bravo esconde historias increíbles que muy pocos conocen. Como ya hemos contado en varias ocasiones, el toro bravo no es un animal dócil y sumiso, por eso en contadas ocasiones hay que perderle la cara y tenerle siempre un gran respeto, porque si te confías puedes pagarlo caro. Dentro de los distintos encastes que hay en el campo bravo, el proveniente de la rama Albaserrada tiene complejidades en su comportamiento que otros no tienen. Son animales más expresivos, más vivos de mirada, algo que se traduce en su comportamiento diario.

Como se puede ver en las imágenes, hay una lucha entre dos animales apareciendo un tercero por detrás. En una pelea el que decanta la balanza es el que entra por sorpresa, su golpe desestabiliza al enemigo, la batalla cuerpo a cuerpo entre dos desgasta, pero normalmente no decanta al vencedor. Son tácticas de los animales que muchas veces desconocen aquellos que no están habituados a estar en contacto con estos animales.

Lo normal cuando se juntan toros de diferentes cercados es que salten chispas, explicaba Salvador Gavira: “Cuando estos animales huelan a los otros, los van a tomar como extraños, como enemigos, rompiéndose la jerarquía que había en el cercado, los que vienen pueden hacer un asalto al poder al toro que aquí manda y entonces las peleas son seguras”.

En la ganadería de Victorino Martín no se ponen fundas, de ahí que la posibilidad de que uno de los contendientes sufra una cornada es alta, por eso los vaqueros y el mayoral deben estar ojo avizor para intervenir rápidamente y que la pelea no llegue a mayores. Hay muchas ganaderías donde hay perros que separan a los animales, ya que meterse con un caballo en ese terreno es prácticamente imposible, de ahí la necesidad de utilizar estos animales antes mencionados.

Como ya hemos contado en varias ocasiones, el toro bravo no es un animal dócil y sumiso; es decir, no es un perro o un caballo que se deja fácilmente acariciar. Al animal bravo nunca hay que perderle la cara, hay que tenerle siempre respeto porque si te confías puedes pagarlo caro. Al contrario de los animales carnívoros, no ataca para alimentarse, sino para ser el líder único de la manada.

Pablo López Rioboo

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