Me pasa algo semejante. Durante muchos años, los recuerdos entre mis dos años y mis cinco años permanecieron más presentes que el respectivo presente, pese a que me desarrollaba y cumplía mis deberes en otras etapas de mi vida. Quizás por eso, a mis veinte años me fascinó “El principito” que no es para niños sino para quienes comprenden como adultos, teniendo alma de niños. Cuando mi hijo mayor tenía dieciséis años, en un retiro para apoderados de un colegio, viví una sanación en que por primera vez, pude llorar en el hombro de otra madre de familia, como me escondieron ferozmente de mi papá cuando tenía cuatro años y medio, lo había tenido siempre presente y desde que ocurrió, experimenté que me golpeaban si me atrevía a decirlo; y con la gracia de Dios, me dormí profundamente; con el paso de días y semanas, experimenté que esos recuerdos pasaron como “de la sala de estar al desván”, sin ser olvidados sino vistos en paz; sí, me permitió ir saliendo de a poco de una “adaptación de muerte” que me permitió sobrevivir durante tanto tiempo y que ya era hora de cambiar. Resulta contradictorio al tratar de expresarlo en palabras: viviendo esa paz puedo seguir siendo siempre la párvula que iba feliz, sentada en los hombros de su papá.
No dudo ni por un molento que te paseas por aquí en pantalones cortos. A pesar de los pesares hay mucho ambiente festivo por aquí. Yo también me siento niño a veces. Enfant-terrible más que nada.
Si no siguiéramos siendo niños, la vida no merecería la pena ser vivida, estoy segura. Yo, antes, me sentía un poco avergonzada de mi parte infantil, pero luego eso me ayudó mucho a comprender a mi hija y a sus amigas, a llevarme siempre bien con los chicos, a ponerme a su altura sin dificultades, y hoy creo que ha sido un don del cielo y lo agradezco. Un beso, Pitt.
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ResponderEliminarCreo que Nabokov estaría de acuerdo.
ResponderEliminarSaltos y brincos
Qué sexy, Pitt!!
ResponderEliminarLa mia en pelotas, jajaja
Besos.
Entonces siéntate en mi silla-cómic. Te la regalo...
ResponderEliminarQue dulzura...
ResponderEliminarVivir una pasión de grandes, en una aventura de niños.
Bue... lo de la pasión en pantalones largos mejor,jajja.
Besote.
Por mucho que el espejo se empeñe, siempre somos los mismos y necesitamos ese abrazo que consuela.
ResponderEliminarSí,yo siempre siento mis trenzas colgando sempiternas sobre mi espalda...
ResponderEliminarUn beso.
Me pasa algo semejante. Durante muchos años, los recuerdos entre mis dos años y mis cinco años permanecieron más presentes que el respectivo presente, pese a que me desarrollaba y cumplía mis deberes en otras etapas de mi vida. Quizás por eso, a mis veinte años me fascinó “El principito” que no es para niños sino para quienes comprenden como adultos, teniendo alma de niños. Cuando mi hijo mayor tenía dieciséis años, en un retiro para apoderados de un colegio, viví una sanación en que por primera vez, pude llorar en el hombro de otra madre de familia, como me escondieron ferozmente de mi papá cuando tenía cuatro años y medio, lo había tenido siempre presente y desde que ocurrió, experimenté que me golpeaban si me atrevía a decirlo; y con la gracia de Dios, me dormí profundamente; con el paso de días y semanas, experimenté que esos recuerdos pasaron como “de la sala de estar al desván”, sin ser olvidados sino vistos en paz; sí, me permitió ir saliendo de a poco de una “adaptación de muerte” que me permitió sobrevivir durante tanto tiempo y que ya era hora de cambiar. Resulta contradictorio al tratar de expresarlo en palabras: viviendo esa paz puedo seguir siendo siempre la párvula que iba feliz, sentada en los hombros de su papá.
ResponderEliminarUn cariñosos saludo.
Me gusta!! ;) Un abrazo
ResponderEliminarEs algo importante que se olvida: el niño que llevamos dentro.
ResponderEliminarNo dudo ni por un molento que te paseas por aquí en pantalones cortos. A pesar de los pesares hay mucho ambiente festivo por aquí. Yo también me siento niño a veces. Enfant-terrible más que nada.
ResponderEliminarSi no siguiéramos siendo niños, la vida no merecería la pena ser vivida, estoy segura.
ResponderEliminarYo, antes, me sentía un poco avergonzada de mi parte infantil, pero luego eso me ayudó mucho a comprender a mi hija y a sus amigas, a llevarme siempre bien con los chicos, a ponerme a su altura sin dificultades, y hoy creo que ha sido un don del cielo y lo agradezco.
Un beso, Pitt.
Siempre dije que yo nunca seré vieja.. aunque el chasis no acompañe.. el motor siempre impecable desde la infancia ..
ResponderEliminarUn cálido abrazo