El vino es el mejor amigo del hombre
Artículo de C.R.V.
por Mundotoro
El vino es el mejor amigo del hombre. Lo del perro, luego lo cuento. El vino, si es de categoría, es la amistad embotellada. Ese amigo que nace de la tierra y de su caos natural para ordenarse en una botella. De proporciones perfectas, que cae perfecto en una copa de cristal ordenado y perfecto. El toreo es el mejor amigo del hombre. Nace de la tierra y del pueblo en un caos salvaje de emociones e instintos. Pamplona es eso que debería ser siempre pero solo es una semana: el caos donde pecar es virtud. Imaginen un mundo donde no pecar sea una semana y el libre albedrio el resto. Donde mande la animalidad de las emociones y las pasiones, a la espera de que alguien ponga compás a tanta nota suelta sin pentagrama que las reclame.
Orden en el
caos que es el toreo y la vida. Orden de arte como gotas del Guadalquivir
embotelladas de Morante
de la Puebla. Orden en la movilidad sin ritmo de la inteligencia artificial
torera de El
Juli y orden desde el lado bestiario de la fiesta de una fiera en
si mismo: Roca, que es Rey. Ese ciclón que
sopla, ya cada vez más en su toreo, a paso de caracol.
Lo
prometido. La frase de “el perro es el mejor amigo del hombre” la acuñó un
abogado de Warrensburg (estado
esclavista de Missouri) Un terrateniente con mano de obra de negros y negras, pleiteó
con otro terrateniente por matar a uno de sus más de 200 perros. Que, entre
cosas, se utilizaban para comerse a los negros que huían. Hay un libro que dice
que cierta raza se alimentaba de carne humana de piel negra: año 1869. ¿Hasta
qué grado de incultura y bestialidad podemos llegar cuando una frase esclavista
es repetida por el progresismo medieval animalista? Usar esa frase retrata a
quien la afirma y nos dirige en rebaño hacia el chiquero de la nueva verdad, en
un salto de manipulación genética hacia atrás… Hasta que llega San Fermín.
Hasta que llega el toreo. Y el vino vuelve a ser el mejor amigo del hombre.
Brindemos
con él y sobre él por los 100 años de la plaza. Mejor con vino bueno, Rioja o
Ribera, no me ofrezcan innovaciones. No me ofrezcan frases sacadas del contexto
de lo inhumano y lo vergonzante.
Brindemos
por el universo humano libre y su natural caos, representado en el toreo. Que
no es otra cosa que ordenar los corazones independientes de las gentes y
movilidad de condición distinta de los toros. Porque todo nace en el desorden
del caos. Para que el toreo lo ordene, lo reduzca, le de compás.
Caos
en el encierro, el primitivismo televisivo más cavernario. Caos en lo
imprevisible de la animalidad natural del del toro. Y del ser humano, que es
animal. El toreo y Pamplona son el hombre en estado natural, pueblo, cruce de
caminos de razas y culturas. Donde el toreo manda porque nadie que no sea el
toreo puede mandar. Nada hay más libre, más natural, más humano, que este
desorden del caos, lienzo manchado de uvas pisadas, que toman forma de arte en
una botella de vino bueno. Como toma forma de embestida la movilidad de un toro
en la muleta de un torero.
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