Dios no admite sobornos
Crónica de la sexta de las Corridas Generales
Esta tarde da sentido tan profundo al toreo, que lo hace invencible, e inmortal a quien dio sentido: Roca Rey. Con esa riada de gentes, al fin, siguiendo la llamada de lo que no admite sobornos, la verdad del toreo de Roca Rey, salió una corrida seria, muy agresiva a veces, con un lote distinguido para Manzanares (sobre todo el segundo) uno de fondo duro, cuarto, con el que El Juli estuvo enorme, uno violento y con genio, el tercero bis y uno noble y a menos, sexto. Y resulta que, o era hoy, o Bilbao se nos iba allá hacia donde no hay nadie porque no hay nada. Era en el tercero, cuando Roca Rey, después de que el toro perdiera la inercia con la que, al ir y venir, tapaba su dureza y peligro, atravesó todas las fronteras. Se despidió del mundo y entregó la vida al tratar de pasar al toro, cara alta, avisado, corta distancia, por el pitón contrario. Lo prendió fuerte y certero con el pitón en el costado, lo pasó al otro, y en el suelo no hubo capotes que pudieran distraer su fiereza cebada en el torero.
Fue ese instante la conclusión de una faena a un toro grande, manso en los primeros tercios, poco picado, sobrero que llegó con el poder intacto a la muleta de Roca Rey. Le ligó seis pases, entre estatuarios, el de la firma y el de pecho mirando a Bilbao a a los ojos (no confundir con mirando al tendido, porque hay pases mirando al tendido y pases mirando a los ojos). Mientas no perdió poder y tuvo inercia, fue toro con remedio para su peligro. A la que la perdió su mentira, tras tres tañadas sobre el pitón derecho y luego de tirar cornadas una y otra vez por el pitón izquierdo, el toro se quitó la careta y se declaró en guerra absoluta. Ahí en la corta distancia Roca Rey entregó muleta, muslos, pecho, cuerpo. Fue la cogida consecuencia de una verdad, lógica cogida, lógico drama, lógico horror. Una parte del todo. Surgió toreando por ese pitón de crimen, el izquierdo y lo mato de soberbio volapié.
Es la mediocridad de los humanos instalados en un lugar sin posible relevo, competencia, y responsabilidad la que crece en momentos de historia. Trata de colarse en ella, de hacerse notar. Lo del presidente es medieval. No anecdótico, es medieval. Sutilmente cavernario. Pero como Dios no admite sobornos ni la verdad acepta compras, Roca Rey le dio una segunda oportunidad a la tarde, a Bilbao, a la corrida y al propio Matías, que sacaría los dos pañuelos con un ceremonioso ademán de caudillo histriónico, decadente. Con los médicos atándole a la camilla, salió Roca Rey, cojo, infiltrado, maltrecho de rodilla, tobillo, brazo (no podía coger la muleta en la enfermería) y tobillo, además del golpe en cabeza y cara. Fue justa la corrida al ponerle delante al toro menos exigente, noble, de poco fondo. Suficiente para ponerse de rodillas sin poder irse y, al cambiar el viaje, fue desarmado y los dos quites fueron milagrosos. Lo cambió de pie, pero para recogerlo sin expulsarlo. Lo templó con aplomo con la mano derecha y, cuando se alineaba la buena ventura, lo barrió el toro con las dos patas y lo lanzó al suelo. Siguió toreando, reduciendo las embestidas en dos o tres muletazos de escándalo, y lo mató por arriba. Hacía tiempo que el público de Bilbao no se ponía tantas veces de pie para no sentarse. Las dos orejas paseó, porque hay cosas que no admiten sobornos.
El Juli merecería hoy un cronicón por su faena al cuarto. Toro de fondo, pero toro de soltar la cara con mucha velocidad y violencia en un ir y venir de emoción y riesgo. Poco a poco, fue sacándole el toreo ese fondo a base de exponer y de tirar y de consentir y de sacar vergüenza torera de alguien que cuenta con un historial de triunfos, cogidas, éxitos, sinsabores, elogios y victorias, porque El Juli es de los que también dijo y dice que Dios no admite compra. Mas simple el primero, de escasa raza y media altura, su faena fue de inteligencia máxima. Lástima que pinchara al cuarto, porque una caía segura y quien sabe si las dos.
Fue toro bravo el segundo, ligero de peso y cuerpo, fino, algo abierto de cara, manos cortas y una humillación tremenda de salida. Puede ser que por perder manos Manzanares lo picara medido, pero jamás fue toro fiero pues su bravura humillada hacia ser toro entregado, pero bravo, claro. De la faena de Manzanares, una tanda con la derecha en redondo, ligada y con empaque en el ritmo, sobresalió en un conjunto de probaturas, de ir y venir, pues, y tras esa tanda, el toreo con la izquierda fue mas lineal y menos ligado y las siguientes no hallaron otra cosa que un academicismo correcto. De buen pitón derecho el quinto, la faena tampoco alcanzó vuelo en una tarde en la que Manzanares no pareció estar agosto. Eso sí, lo de la espada es análisis, a pesar del pinchazo en el primero.
No se sabe si Roca Rey hará mañana el paseíllo. Hoy hubo más gente que nunca y mañana hay mucho vendido. Pase lo que pase, la tarde hoy era la gran tarde. En la que Bilbao regresó a esa grandeza, la que se dio un baño de multitudes, de verdad, de toreo y de hombría. Esa insistencia por hacer el ridículo en estas tardes, es, cuando pasan las horas, una lástima penosa para quien protagoniza la instancia. Ese caudillismo despótico, a espaldas del público, del toreo, de la vida, de la realidad de la plaza, es penosamente ridículo. Lo es porque quien así actúa, es tan vanidosamante estúpido que cree de verdad que la verdad es sobornable. Se creen autoridad de pasiones. Se lo creen de veras. No hay mas autoridad que el pueblo, los dioses y la verdad. Y nadie de este mágico triángulo admite sobornos para hacer inmenso algo pequeño.
Video resumen:
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