La rotundidad de Borja Jiménez y la suerte de los mulilleros
De entre todos los factores que hacen desear suerte a los toreros, Borja Jiménez tiene que sumar a su lista a los mulilleros, aunque en Valencia el arrastre se haga con caballos. El sevillano entró de pie en Valencia con una tarde que siempre se guió bajo el prisma de hacer un toreo rotundo. De embrocar los viajes con la mano baja y llevar el trazo hasta final el línea curva. Un toreo exigente y de enorme poder. El público lo cantó, pero el presidente no atendió la petición mayoritaria y los mulilleros se contagiaron con el frío ambiente como deseosos de terminar con el trabajo. Un visto y no visto, mientras los tendidos seguían pidiendo la oreja. Sin Puerta Grande Borja Jiménez, pero con el convencimiento de ser torero de ferias y de retos de importancia. Como importante fue el recibo de Juan Ortega al segundo. Casi una docena de lances que recrearon la magnitud del buen toreo, mientras que Cayetano cuajó una tarde deslucida por el viento.
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