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lunes, 28 de mayo de 2012
Un castillo en Normandía
Consultorio sentimental de Pitt el loco.
En un castillo de Normandía, en el siglo XIX, una vieja dama espera la muerte con el recuerdo de los años brillantes de su juventud. A su lado, su nieta, de pelo rubio trenzado, le lee los sucesos de los periódicos. No son más que dramas de celos, una esposa que rocía con vitriolo a la amante del marido, una dependienta de una tienda que dispara contra su joven amante de corazón ligero. La abuela indignada por estos incidentes, deplora la desaparición de la galantería del Antiguo Régimen:
"Escucha, hijita, a una vieja que ha visto tres generaciones y que sabe mucho sobre los hombres y sobre las mujeres. El matrimonio y el amor no tienen nada que hacer juntos. Uno se casa para fundar una familia y se forma una familia para constituir la sociedad (...) Sólo nos casamos una vez porque el mundo lo exige, pero se puede amar veinte veces en la vida porque la naturaleza nos ha hecho así. El matrimonio es una ley, ¿sabes?, y el amor es un instinto que nos implusa unas veces a la izquierda y otras a la derecha. Se han hecho leyes que combaten nuestros instintos, era necesario, pero los instintos siempre son más fuertes y no deberíamos resistirnos demasiado a ellos porque vienen de Dios, mientras que las leyes vienen de los hombres".
La muchacha, asustada por estas palabras, exclama: "Oh, abuela, sólo se puede amar una vez (...) el matrimonio es sagrado".
La abuela opone entonces la cortesía de la antigua aristocracia a las pamplina románticas del siglo que ha puesto a media asta las alegrías de la existencia.
" En mis tiempos se hacían versos para enseñar a los hombres a amar a todas las mujeres. Y nosotras (...) cuando nuestro corazón tenía un nuevo capricho, pronto despedíamos al último amante".
La fuerza de este cuento de Guy de Maupassant radica en que mezcla las épocas y produce un efecto caleidoscopio. Para el lector actual la más retrógrada no es la que se cree y la abuela indigna se muestra más libre es sus palabras que la joven encorsetada en un idealismo inoxidable. A nosotros nos tentaría reconciliar los dos puntos de vista. La pareja moderna se ha convertido en su propia preocupación principal, su único tormento, su hijo más querido. Es su belleza y su tragedia.
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