Una faena importante de Emilio de Justo frena el divorcio en Zaragoza
SEXTO TORO
A punto estuvo el presidente de provocar un altercado por no devolver al sexto, otro toro cuya condición de clase no pudo desarrollarla por su justa fuerza. Se mantuvo y se vino arriba, aunque sus viajes no tuvieron la prestancia para llegar al tendido. Lo intentó Pablo Aguado a media altura, con varios muletazos templados, pero sin poder llegar a más. Varios pinchazos. Silencio.
QUINTO TORO
El quinto levantó las protestas del público por su estrecho cuerpo y su cara avacada. Sin embargo, su comportamiento de bravo cambió la cara de la moneda a la tarde. Un astado muy definido de salida que mantuvo con fondo su prontitud y una embestida humillada y exigente por su gran carga de bravura. Lo recibió Emilio de Justo a la verónica y lo quitó por chicuelinas dentro de un ambiente que iba cogiendo impronta. Salió a la palestra Aguado, que dejó otro quite por Chicuelinas rematado de una extraordinaria media. De rodillas en el centro comenzó De Justo una faena presidida por la emoción. Vibraron los tendidos de La Misericordia en una faena de mucha importancia por la exigencia. El trasteo se desarrolló por ambos pitones sin la ayuda -a partir de la segunda tanda-, con muletazos de mano baja y figura muy encajada, buscando siempre el toreo curvo. Los pases de pecho fueron todos al hombro contrario. Remató su faena por manoletinas y una gran estocada. Las dos orejas fueron rotundas. La ovación al toro, de justicia.
CUARTO TORO
Con dos faroles recibió Alejandro Talavante al cuarto, otro toro que debió haber regresado a los corrales por su nulas fuerzas que le impidieron desarrollar su clase. Ésta sin motor y bravura, no conduce nada. El extremeño lo pasó por ambos pitones, aunque sin mucho convencimiento sabedor de que no conducía a nada. El público mostró su hartazgo. Lo pasaportó con habilidad de una media estocada baja al segundo intento.
TERCER TORO
Suelto de carnes el tercero, de igual alzada que sus hermanos. Tuvo calidad en su embestida, pero nula fuerzas. Lo mantuvo el presidente ante las lógicas protestas. Siempre en el límite, Aguado tuvo que llevarlo muy templado, pero la conexión con el tendido fue imposible. Varios pinchazos. Silencio.
SEGUNDO TORO
A pesar de rondar los 600 kilos -596-, el segundo tuvo menos perfil y expresión por su altura y su falta de vuelta de pitón. Un astado de El Pilar al que le faltó empuje y finales, aunque tuvo buen embroque en dos series sobre la diestra de Emilio de Justo. Muy dispuesto el extremeño con un toro al que había que provocar mucho, puesto que llegaba dormido al momento del embroque. Se rajó el toro en embestidas más defensivas, con el pitón de fuera. Estocada. El público pidió la oreja que no llegó a ser mayoritaria y el presidente no la concedió. Dio una vuelta al ruedo.
PRIMER TORO
Abrió plaza un toro serio, largo y con alzada, que humilló con son en el recibo a la verónica de Alejandro Talavante. Todo cambió a la salida del peto y los viajes fueron insulsos, sin entrega y sin celo. Lo intentó el extremeño por ambos pitones, pero el lucimiento era imposible. Estocada contraria. Silencio.
Iba la tarde hasta el quinto sumida en un ambiente de historia de amor sin un desenlace con perdices. No ayudó una corrida de El Pilar dispar de presentación -con algunos justos- más por su remate, pues tuvieron amplias cajas y grandes alzadas. A las protestas ayudaron varios toros de nula fuerza y casta que se tradujeron en embestidas de buena intención, pero de nulo desarrollo para el lucimiento. Un ambiente con argumentos -dentro de un ciclo de baja nota- más que de sobra para pedir un divorcio. Una importante faena de Emilio de Justo puso la medida en cautela. El extremeño cuajó una faena de vibración y emoción que enalteció a los aficionados que llenaron la Misericordia. Un bravo toro y una faena sincera. Dos orejas y Puerta Grande. Talavante y Aguado no tuvieron ninguna opción.
Una puerta grande insuficiente
La amable salida a hombros de Emilio de Justo no tapa otro mal espectáculo en Zaragoza. El bravo quinto toro fue una solitaria isla en un océano de falta de raza
Claro que no solo cabe echarle la culpa al "empedrado" ganadero, pues al pobre espectáculo contribuyeron también los desaciertos técnicos y/o el escaso compromiso de la terna, y más concretamente de Alejandro Talavante, el torero que, finalmente, tras las sucesivas caídas de cartel de otros compañeros, figura como torero estrella de esta última feria del año. Ni con su primero ni con el cuarto quiso perder mucho tiempo el extremeño, después de desplazar y violentar a ambos con muletazos bruscos y descaradamente despegados, sin pulso ni voluntad de asentarlos y haciendo ostensibles gestos de queja para justificarse de cara al público, justo el día antes del mano a mano que le enfrentará mañana a su paisano Ginés Marín.
de Europa lo único que no conozco es España
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