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miércoles, 4 de abril de 2012

Placeres cinéticos y placeres catasténicos

Estar sentado. Sentarse, sentirse. Me siento y al punto se abre la flor flagrante de mi intimidad, de la que gozosamente tomo posesión. Comparece ante mí el mundo entero y me embriaga una pasión poética y abstracta que no remite a un objeto concreto sino a esa totalidad en presencia.
En estos días vacacionales, la gente se desplaza sin parar. ¿Adónde irá toda esa gente?¿No eran felices donde estaban?¿Están seguros de estar mejor en el lugar de destino?. Y me acuerdo del inicio del libro II de "De rerum natura", cuando Lucrecio contempla desde la altura, sin inquietarse, cómo se afanan los mortales "buscando un camino a su vida sin rumbo". Su maestro, Epicuro, distinguía entre dos clases de placeres, los cinéticos y los catasténicos, inmóviles o pasivos, y recomendaba intensamente cultivar los segundos. Entre ellos, el placer de sentarse a la mesa. Junto al recogimiento de quien se halla sentado en soledad hay que poner el goce de compartir comida y bebida con amigos. En la comensalidad está el origen de la sociabilidad humana. Siempre que se pueda estoy sentado, solo superable por estar acostado. Soy decididamente sedentario. Y a mucha honra.

3 comentarios:

  1. Ay la comensalidad, qué placer. Suscríbome a tu sentir.

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  2. Si, comer con amigos es una de las mejores cosas de la vida

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  3. Toda esa gente están aquí, qué avalancha.
    Felices dónde estaban??? por las caras que veo, pocos son felices, qué pena. Además, la felicidad suele durar poco.
    Procuraré cultivar la sabiduría de Epicuro porque no paro por mi trabajo. Eso si, llegado el fin de semana me vuelvo sedentaria, no tanto como me gustaría, de ahí "cultivar".
    Y dicho esto me voy al sofá a idiotizarme un rato y luego a leer para equilibrar el buen funcionamiento del universo.
    Qué gusto estar sola hoy!!!

    Besos

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