Adiós a un Rey en tarde de mendigos
Se despedía Enrique Ponce de su plaza, la de Bilbao, en la que fue santo y seña durante muchas etapas. Desde la de crecimiento, a compás Bilbao y Ponce, hasta esta última de incertidumbre. Bilbao se comportó como caballero perfecto, aurresku de honor incluido, pero al adiós le faltó pañuelo: fuerza y poder en la corrida de Daniel Ruiz. Fue la primera una faena preciosista y estética a un toro de almíbar. El quinto se salió del guion de la corrida en poder que no en clase y Roca Rey aceptó el cetro de mando con una faena de figura máxima, pero pinchó. Tardía y buena presentación en la Aste Nagusia de Pablo Aguado, que dejó un toreo de capa soberbio y trazos de muleta de categoría.
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